BRASILIA.- El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, dictó este lunes un nuevo decreto que prohíbe a empresas de redes sociales remover contenidos en forma “arbitraria”.
Según el texto, eso garantizará la “libertad de expresión en las redes sociales” y responde a la “remoción arbitraria” de contenidos y perfiles, como le ha sucedido al propio mandatario, que ya le han retirado publicaciones de Internet por contener “falsedades”.
El Gobierno agregó que la medida exigirá “justa causa y motivación” cuando las redes sociales cancelen o excluyan contenido de los usarlos y que además “el dispositivo prevé el derecho de restitución del contenido publicado por el usuario en la red”.
La Secretaría de Comunicación del Gobierno anunció las medidas con el pretítulo “libertad de expresión”, en linea con el discurso de Bolsonaro, que en varias ocasiones criticó la persecución judicial a simpatizantes por difundir noticias falsas contras las instituciones de la nación sudamericana.
El propio Bolsonaro ya observó como contenido suyo publicado en Twitter oYouTube era eliminado por contener mentiras o informaciones irregulares referentes a la pandemia del COVID-19.
Este 7 de septiembre, día de la Independencia de Brasil, miles de fanáticos del Gobierno saldrán a las calles anulados por el presidente Bolsonaro, que pondrá así un final a la escalada autoritaria de los últimos días.
La jornada empezará a primera hora de la mañana en Brasilia; no se celebrará el tradicional desfile de las Fuerzas Armadas, pero sí un acto de izamiento de la bandera al que asistirá el jefe de Estado y que espera congregará cientos de personas.
Bolsonaro prometió pronunciar sendos discurso en cambadas ciudades, y los analistas políticos temen por lo que pueda decir, ya que las marchas tomaron un fuerte carácter golpista.
El principal objetivo de estas movilizaciones es defender al Gobierno de los supuestos ataques de los jueces del Tribunal Supremo Federal y del bloqueo de los parlamentarios que “no dejan” gobernar a Bolsonaro.
Las marchas también servirán para exigir un nuevo sistema de votación, una estrategia que el presidente viene utilizando desde hace tiempo para no reconocer una eventual derrota en las elecciones del año próximo.