CARACAS.- El apagón que colapsó a Venezuela causó estragos que acelerarán el desplome de su maltratada producción petrolera, afectada además por el embargo de Estados Unidos que significará la pérdida de su principal mercado, de acuerdo a la estimación de expertos.
El futuro de por si ya era oscuro antes del masivo corte de energía el pasado 7 de marzo, con el bombeo en caída libre y la petrolera estatal PDVSA en default y expulsada de los mercados financieros por sanciones estadounidenses. La emergencia comenzó a solucionarse recién el lunes de esta semana.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) advirtió este viernes en París que la pérdida de barriles por el apagón podría afectar el suministro del mercado y que sería necesario acudir a las capacidades suplementarias de Arabia Saudita.
A ello hay que sumarle que desde el 28 de abril ciudadanos y empresas estadounidenses tendrán prohibido negociar crudo venezolano, fuente de 96% de los ingresos del país con las mayores reservas del recurso.
Esta sería la estocada de Washington para estrangular económicamente al gobierno de Nicolás Maduro, pues representan el 75% del flujo de cada de PDVSA.
Maduro sostiene que las sanciones de la Casa Blanca, con la que rompió relaciones diplomáticas, le ha costado a Caracas unos 30.000 millones de dólares.
La producción de crudo venezolano volvió a caer en febrero pasado, ubicándose en poco más de un millón de barriles diarios, 142.000 menos que la media de enero, según fuentes secundarias de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Tras el apagón, el volumen podría continuar cayendo hasta 500.000 barriles diarios este año advirtieron expertos, basándose en un informe de Barclays, firma de servicios financieros en Londres.
PDVSA no ha presentado un balance del impacto que le provocó la falla eléctrica, limitándose a anunciar que cumplía con el suministro interno de gasolina cuando largas filas se formaban en estaciones de servicio.
Asimismo, tres tanques de PDVSA en el compasado estado Anzoátegui (noreste) se incendiaron el jueves, lo que el gobierno denuncio como una “acción terrorista” de Estados Unidos en su ofensiva para sacarlo del poder.