BOGOTÁ.— Colombia anunció la cancelación anticipada del acuerdo de Línea de Crédito Flexible (LCF) con el Fondo Monetario Internacional (FMI), firmado en abril de 2024 por un monto de 6.133,5 millones de DEG (unos 8.100 millones de dólares).
La decisión llega después de que el organismo suspendiera el acceso a estos fondos desde abril de 2025, al argumentar un deterioro en las condiciones macroeconómicas del país.
El Gobierno colombiano busca enviar un mensaje de confianza: asegura que las reservas internacionales se encuentran en niveles históricamente altos y que el respaldo formal del FMI ya no era operativo. Sin embargo, analistas advierten que el movimiento también refleja la creciente tensión sobre las finanzas públicas.
El FMI congeló la LCF en abril tras concluir que Colombia no cumplía con los requisitos técnicos de sostenibilidad fiscal y estabilidad macroeconómica. Sin la posibilidad de usar los fondos, el Ejecutivo optó por dar por terminado el acuerdo antes de su vencimiento en 2026.
La única obligación pendiente corresponde a un desembolso realizado en 2020, cuya última cuota será cancelada en diciembre de 2025. En la práctica, Colombia mantenía una línea de respaldo que ya no podía utilizar, lo que llevó a cerrarla definitivamente.
Según el Banco de la República, las reservas internacionales alcanzan los 65.500 millones de dólares, impulsadas por un plan de acumulación de divisas de 1.500 millones en 2024 y una rentabilidad de portafolio de 4.500 millones hasta mediados de 2025. El emisor defendió que estos niveles permiten mantener la confianza de los mercados y atender posibles choques externos sin necesidad de un respaldo automático del FMI.
La decisión del FMI respondió a la revisión del déficit fiscal, que trepó al 6,7% del PIB en 2024, frente al 4,2% del año anterior. A ello se suma una deuda pública en ascenso y riesgos derivados de los atrasos presupuestarios, estimados en torno al 2,8% del PIB. Para el organismo, el deterioro de las cuentas fiscales condiciona el acceso de Colombia a mecanismos de apoyo financiero.
El fin de la LCF envía una señal ambivalente: por un lado, exhibe la fortaleza de las reservas internacionales; por otro, refleja la fragilidad fiscal que podría afectar la percepción de riesgo país y encarecer el acceso al financiamiento externo.
El Gobierno ha asegurado que continuará trabajando con el FMI en un vínculo de carácter técnico y que buscará estabilizar sus cuentas públicas para recuperar credibilidad ante los inversionistas.
La cancelación de la Línea de Crédito Flexible simboliza un giro en la política financiera de Colombia: un paso hacia la autonomía frente al FMI en un escenario de reservas récord, pero también un recordatorio de los desafíos fiscales que persisten y que condicionarán la confianza de los mercados en los próximos meses.