PEKÍN.— Asesores del gobierno chino están intensificando los llamados para que el sector de los hogares tenga un papel central en el crecimiento económico dentro del próximo plan quinquenal, en momentos en que las tensiones comerciales y la deflación amenazan las perspectivas del país.
Los líderes están recopilando propuestas para el 15.º plan quinquenal, un documento extenso que establece las prioridades hasta 2030. Se espera que sea aprobado por el Partido Comunista en una conferencia en diciembre y ratificado por el Parlamento en marzo.
Asesores políticos dijeron a Reuters que, si bien se espera que el documento eleve el consumo de los hogares a una prioridad clave en términos generales, probablemente no incluirá un objetivo explícito. Actualmente, el consumo de los hogares representa el 40% del PIB, y algunos asesores proponen que China debería apuntar a elevarlo al 50% en los próximos dos ciclos quinquenales.
Economistas llevan años instando a Pekín a adoptar un modelo económico liderado por el consumo interno y a reducir su dependencia del endeudamiento y las exportaciones para crecer. Aunque China ha resistido en gran medida los aranceles estadounidenses más altos, las crecientes preocupaciones por la sobrecapacidad industrial, la deflación en las fábricas y su impacto en el empleo y los ingresos han intensificado los llamados a un cambio de estrategia a largo plazo.
“Depender de la demanda externa nos hace vulnerables a los shocks globales”, dijo un asesor bajo condición de anonimato por la sensibilidad del tema.
“Debemos fortalecer el consumo doméstico como motor clave del crecimiento y la transformación económica”, añadió, en línea con otros dos asesores consultados por Reuters. Un cuarto asesor, sin embargo, afirmó que sus propuestas no incluyen esta recomendación, ya que “esto no puede lograrse fácilmente sin las políticas y reformas adecuadas”.
Una urgencia renovada
Los llamados a fortalecer el consumo no son nuevos.
Aunque Pekín ha prometido reformas estructurales durante más de una década, la proporción del consumo de los hogares en el PIB se mantiene prácticamente igual que en 2005 y muy por debajo del promedio de la OCDE del 54%.
El desafío, según los analistas, es que China debe trasladar recursos desde el sector empresarial y gubernamental hacia los hogares, lo cual podría desacelerar el crecimiento. Japón, por ejemplo, entró en su estancamiento prolongado en 1991 con una participación del 50% del PIB proveniente del consumo de los hogares, que solo creció al 58% en 2013 antes de caer nuevamente al 55%.
Un informe de 2023 sobre el progreso del actual 14.º plan quinquenal lamentaba los “mecanismos insuficientes” para impulsar el consumo.
Las propuestas para el 15.º plan en gran medida repiten las promesas anteriores de Pekín, dijeron los asesores. Entre ellas se incluyen el fortalecimiento del sistema de bienestar, la flexibilización del sistema de “pasaportes internos” que profundiza la desigualdad urbano-rural, y otras medidas —como reformas impositivas— para redistribuir ingresos hacia quienes menos tienen y tienen mayor propensión a gastar.
También hay nuevas propuestas, como utilizar activos estatales para reforzar los fondos de pensiones, apuntalar el inestable mercado bursátil y reactivar el golpeado sector inmobiliario, con el objetivo de aumentar los ingresos por inversión de los hogares.
“Tenemos que aumentar los ingresos de los hogares y mejorar las transferencias a los grupos de bajos ingresos, pero hemos visto recortes salariales”, señaló un segundo asesor.
Agregó que la demanda de los hogares ha cobrado mayor protagonismo en las discusiones sobre el próximo plan, con foco en si China debería fijar una meta concreta de consumo.
Yang Weimin, vicepresidente del centro de estudios China Centre for International Economic Exchanges, dijo el mes pasado que el consumo de los hogares debería superar el 50% del PIB para 2035.
Un acto de equilibrio
Los asesores esperan que el objetivo del plan actual de mantener estable la participación de la manufactura en el PIB se mantenga otros cinco años.
La inversión guiada por el Estado ha convertido a la industria en uno de los principales motores del crecimiento.
Pero crece el argumento de que seguir invirtiendo en un sector industrial que ya representa un tercio de la manufactura global genera retornos decrecientes.
Una influyente revista del Partido Comunista pidió la semana pasada una ofensiva contra las guerras de precios en diversas industrias, en alusión a la sobrecapacidad y la deflación.
Peng Sen, presidente de la Sociedad China de Reforma Económica, advirtió en comentarios publicados en la cuenta de WeChat del club de lectura Changan Avenue —respaldado por altos funcionarios— que el consumo débil también reduce las ganancias industriales y pone en riesgo los empleos.
En marzo, Peng propuso que China eleve el consumo final —que incluye el gasto de hogares y del gobierno— al 70% del PIB para 2035. En 2024, esta participación era del 56,6%.
No todos los economistas del gobierno, sin embargo, respaldan un modelo de crecimiento liderado por el consumo.
En junio, el economista Yu Yongding afirmó en un artículo en el medio financiero Yicai que esa idea es “teóricamente incorrecta” y no compatible con el desarrollo a largo plazo.
“Sin inversión no hay crecimiento, y sin crecimiento sostenido no puede haber consumo”, escribió.
Como ocurrió con el plan quinquenal anterior, China probablemente no fijará una meta específica de crecimiento del PIB para el próximo ciclo, indicaron los asesores. El país tiene como objetivo crecer alrededor de un 5% este año, al igual que en 2024.
Pero el plan trazado en 2021 de duplicar el tamaño de la economía para 2035 sigue vigente, lo que, según analistas, podría significar postergar reformas difíciles necesarias para reequilibrar la economía hacia el consumo.
“El crecimiento durante este período no puede ser inferior al 4%”, advirtió un tercer asesor. “No aceptaremos menos que eso”.

