AMÉRICA.- A las escenas de sirios o africanos que buscan alcanzar las costas de Europa, se sumaron este año la de centenares de centroamericanos que atravesaron México y aguardan en Tijuana ser recibidos en Estados Unidos, donde fueron repelidos con gases lacrimógenos.
Extendiendo la retórica contra la inmigración que resuena en el viejo continente, el presidente Donald Trump tildó de “invasión” a las caravanas y desplegó miles de militares para contenerlas, como también amenazó con cerrar temporalmente la frontera con México, lo que implicaría un problema económico para el país sudamericano.
Incluso, el gobierno norteamericano llegó a separar los menores de edad de sus padres y ponerlos en una especie de jaulas, desatando todo tipo de críticas internacionales.
Dolores París Pompo, experta en migración del Colegio de la Frontera Norte de Tijuana, señaló que es necesario actualizar los lineamientos para el estatus de refugiado, que consideran esencialmente persecución por motivos políticos, nacionalidad o religión.
Unos 500.000 centroamericanos atraviesan anualmente México buscando el sueño americano, con la clandestinidad como regla.
En ese sentido, otro drama migratorio nació en América del Sur. El éxodo de venezolanos es considerado por la ONU como el mayor movimiento masivo de población en la historia reciente de Latinoamérica: 2,3 millones migraron desde 2015, principalmente a países sudamericanos, desatando tensiones entre ellos.
Escasez de medicamentos y alimentos, inflación de 1.350.000% para 2018 según l Fondo Monetario Internacional y un estado permanente de enfrentamiento político son el combustible para dejar el hogar.
En Colombia, hay alrededor de un millón de venezolano y,según dijo el embajador de Bogotá ante la OEA, Alejandro Ordoñez, cada día entran a su país otros 1.500 con la intención de quedarse.
Algunos nicaragüenses también se han visto obligados a abandonar su país. Desde que en abril estallaron las protestas opositoras contra el presidente Daniel Ortega, reprimidas violentamente con cientos de muertos, se estima que cerca de 23.000 han buscado asilo en Costa Rica, creando brotes de xenofobia y violencia en ese país.