WASHINGTON.— La administración del presidente estadounidense Donald Trump está en una misión para debilitar la red global de puertos de China y llevar más terminales estratégicos bajo control occidental, según tres fuentes familiarizadas con el plan.
La iniciativa forma parte del esfuerzo más ambicioso para expandir la influencia marítima de EE. UU. desde la década de 1970 y busca responder a los crecientes temores en Washington de quedar en desventaja frente a China en caso de conflicto.
Funcionarios de la administración Trump creen que la flota comercial estadounidense está mal equipada para brindar apoyo logístico al ejército en tiempos de guerra y que la dependencia de Washington de barcos y puertos extranjeros es excesiva, dijeron las fuentes.
Entre las opciones que la Casa Blanca evalúa figura apoyar a empresas privadas estadounidenses u occidentales para comprar participaciones chinas en puertos, explicaron las tres personas. No mencionaron compañías específicas más allá de citar el acuerdo propuesto por BlackRock para adquirir activos portuarios de CK Hutchison, de Hong Kong, en 23 países —incluidos los del Canal de Panamá— como un buen ejemplo.
Las fuentes pidieron no ser identificadas porque no están autorizadas a hablar del tema públicamente. La Casa Blanca y el Tesoro de EE. UU. no respondieron a las solicitudes de comentarios.
Además de Panamá, funcionarios y legisladores estadounidenses están preocupados por las inversiones chinas en infraestructura marítima en lugares como Grecia y España, el Caribe y los puertos de la Costa Oeste de EE. UU., dijeron las fuentes.
Un portavoz de la misión diplomática de China en Washington respondió:
“China siempre se ha opuesto firmemente a las sanciones unilaterales ilegales e injustificables, así como a la llamada jurisdicción de largo alcance y a las medidas que infringen y socavan los derechos e intereses legítimos de otros países mediante coerción económica, hegemonismo y acoso”.
Pekín no respondió a solicitudes adicionales de comentarios.
“El gobierno de EE. UU. ve las inversiones chinas en puertos globales como una gran amenaza a su seguridad nacional”, afirmó Stuart Poole-Robb, fundador de la firma de inteligencia de riesgos KCS Group. “La preocupación es que China pueda usar su control sobre estos activos para espionaje, ventajas militares o interrumpir cadenas de suministro en crisis geopolíticas”.
El puerto griego bajo la lupa
Las fuentes dijeron que EE. UU. pretende revisar los intereses chinos en el puerto griego de El Pireo, en Atenas, un centro clave en la ruta comercial que une Europa, África y Asia.
COSCO, uno de los mayores grupos portuarios y navieros de China, posee un 67% de la Autoridad Portuaria de El Pireo.
Algunos inversores chinos temen que Washington busque atacar las operaciones de COSCO en Grecia, dijo una fuente cercana a esos inversores. Ni COSCO ni el gobierno griego respondieron a solicitudes de comentarios. Atenas ya había dicho previamente a Reuters que no tiene constancia de planes para cambiar el control de El Pireo.
Washington ya tiene en la mira a COSCO.
El Departamento de Defensa incluyó a la empresa estatal en su lista negra de compañías con vínculos militares en enero. Aunque esa designación no implica prohibiciones inmediatas para empresas estadounidenses, sí funciona como señal de que podrían venir más medidas.
“El objetivo de EE. UU. es atacar la influencia internacional de China exagerando la ‘teoría de la amenaza china’ y usarla como excusa para forzar a sus aliados a tomar partido en las cadenas de suministro”, advirtió el Centro de Investigación y Desarrollo del Consejo de Estado chino en un documento publicado el mes pasado.
La administración Trump también ha revelado medidas para ampliar la presencia marítima comercial de EE. UU. en el mundo, desde impulsar la construcción naval doméstica hasta expandir los registros marítimos controlados por EE. UU. y revisar los puntos de estrangulamiento marítimos globales.
Según el Consejo de Relaciones Exteriores, China tenía inversiones en 129 proyectos portuarios en todo el mundo hasta agosto de 2024, a través de COSCO y otras empresas estatales como China Merchants y SIPG de Shanghái.
El sector naval chino se estima 230 veces mayor que la capacidad de los astilleros estadounidenses, lo que significaría décadas de retraso para alcanzarlos, según cálculos de la Marina de EE. UU.
Puertas mediterráneas y caribeñas en disputa
En marzo, la Comisión Federal Marítima de EE. UU. inició una revisión de siete puntos de estrangulamiento marítimos, incluido el Estrecho de Gibraltar, preocupada por la influencia china en el Mediterráneo y España, donde COSCO opera terminales en Valencia y Bilbao.
En el Caribe, Washington expresó inquietud por la terminal de Kingston, en Jamaica, donde China Merchants y la francesa CMA CGM tienen participación. El think-tank CSIS advirtió que ese puerto representa el mayor riesgo de seguridad para EE. UU. de todos los proyectos chinos en América Latina y el Caribe.
En EE. UU., COSCO mantiene inversiones en terminales en Los Ángeles y Long Beach, mientras que en Australia, la firma estadounidense Cerberus ha mostrado interés en comprar el arrendamiento del puerto de Darwin a su operador chino.
Trump, por su parte, firmó en abril una orden ejecutiva para reactivar la capacidad de los astilleros y aumentar la flota de barcos bajo bandera estadounidense, además de impulsar un registro marítimo en las Islas Vírgenes y aplicar tarifas a barcos construidos o abanderados en China que atraquen en puertos estadounidenses. Incluso ha planteado como objetivo tomar Groenlandia, por su ubicación en el Ártico y las rutas estratégicas.
Según Poole-Robb, en el corto y mediano plazo EE. UU. continuará intentando contrarrestar la influencia china en áreas portuarias clave mediante alianzas y asociaciones que frenen su expansión económica.
