WASHINGTON.— El Departamento de Estado comenzó este viernes a despedir a más de 1.350 empleados con base en EE.UU., mientras la administración del presidente Donald Trump avanza con una reforma sin precedentes de su cuerpo diplomático, una medida que, según los críticos, socavará la capacidad de EE.UU. para defender y promover sus intereses en el exterior.
Los despidos afectan a 1.107 empleados del servicio civil y a 246 oficiales del servicio exterior con base en Estados Unidos. La medida se da en un contexto en el que Washington enfrenta múltiples crisis internacionales: la guerra de Rusia en Ucrania, el conflicto de casi dos años en Gaza, y la creciente tensión entre Israel e Irán que mantiene al Medio Oriente en vilo.
“El Departamento está racionalizando sus operaciones internas para centrarse en las prioridades diplomáticas”, dice un comunicado interno enviado al personal del Departamento de Estado. “La reducción de personal ha sido cuidadosamente diseñada para afectar funciones no esenciales, oficinas duplicadas o redundantes, y aquellas donde se pueden lograr eficiencias considerables”, añade el texto.
Según el comunicado y un alto funcionario del Departamento de Estado, el recorte total alcanzará cerca de 3.000 personas, incluyendo renuncias voluntarias, sobre una plantilla de 18.000 empleados en territorio estadounidense.
La medida representa el primer paso de una reestructuración que Trump impulsa para alinear la política exterior de EE.UU. con su agenda de “América Primero”. Exdiplomáticos y críticos advierten que el despido de oficiales del servicio exterior pone en riesgo la capacidad del país para contrarrestar la creciente influencia de potencias como China y Rusia.
“El presidente Trump y el secretario de Estado Rubio están, una vez más, haciendo que Estados Unidos sea menos seguro”, afirmó en un comunicado el senador demócrata Tim Kaine, de Virginia. “Esta es una de las decisiones más absurdas que podrían tomarse en un momento en que China expande su presencia diplomática y establece una red global de bases militares y de transporte, Rusia continúa con su brutal agresión contra un país soberano, y Medio Oriente atraviesa crisis tras crisis”, agregó.
Decenas de empleados del Departamento de Estado se congregaron en el vestíbulo de la sede en Washington para una despedida improvisada con aplausos a sus colegas despedidos. Muchas personas lloraban mientras cargaban sus pertenencias en cajas, se abrazaban y se despedían de sus compañeros de trabajo.
Afuera, otros tantos formaron una fila para seguir aplaudiendo y mostrando su apoyo, algunos con pancartas que decían “Gracias, diplomáticos de América”. El senador demócrata Chris Van Hollen también asistió a la manifestación.
Dentro del edificio se habilitaron oficinas especiales para que los empleados despedidos devolvieran sus credenciales, computadoras, teléfonos y otros bienes del gobierno. Estas oficinas estaban señalizadas con carteles que decían “Día de transición – Proceso de salida”. En una de las mesas se leía “Centro de servicios de salida”, con botellas de agua y cajas de pañuelos descartables. En el interior, se veían cajas de cartón listas para ser utilizadas.
Un formulario de cinco páginas, titulado “lista de verificación de separación” y enviado a los trabajadores despedidos, informaba que a las 5:00 p.m. (hora del Este) del viernes perderían el acceso al edificio y a sus correos electrónicos.
Entre los despedidos también se encuentran varios miembros de la oficina que supervisa el reasentamiento en EE.UU. de afganos que trabajaron para el gobierno estadounidense durante los 20 años de guerra.
En febrero, Trump ordenó al secretario de Estado, Marco Rubio, reestructurar el servicio exterior para asegurar que la política exterior del presidente republicano se implemente de forma “fiel”. Trump ha prometido reiteradamente “limpiar el Estado profundo” despidiendo a burócratas que considera desleales.
La reestructuración forma parte de una ofensiva sin precedentes para achicar la burocracia federal y recortar lo que él califica como gasto innecesario de los contribuyentes. Su administración ya había desmantelado la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el brazo de ayuda más importante del país, y la había absorbido dentro del Departamento de Estado.
Rubio anunció los planes de reforma del Departamento en abril, calificando a la institución como “inflada, burocrática” y poco apta para cumplir su misión “en esta nueva era de competencia entre grandes potencias”.
Su visión contempla devolver poder a las oficinas regionales y embajadas, y eliminar programas y departamentos que no se alineen con los intereses fundamentales de EE.UU.
Ese plan incluye la eliminación del cargo de principal funcionario para seguridad civil, democracia y derechos humanos, así como el cierre de algunas oficinas encargadas de monitorear crímenes de guerra y conflictos internacionales.
La reorganización debía estar concluida para el 1 de julio, pero se retrasó debido a litigios en curso mientras el Departamento de Estado esperaba el fallo de la Corte Suprema sobre el intento del gobierno de Trump de revocar una orden judicial que bloqueaba los despidos masivos.
El martes, la Corte despejó el camino para que la administración avanzara con los recortes y la reestructuración profunda de varias agencias. Desde entonces, la Oficina de Asesoría Legal de la Casa Blanca y la Oficina de Administración de Personal han estado coordinando con las agencias federales para asegurar que sus planes cumplan con la ley.