MIAMI.— Una investigación silenciosa que comenzó hace más de cinco años terminó destapando una presunta red internacional de lavado de dinero con epicentro en Venezuela y ramificaciones en Estados Unidos, Uruguay y República Dominicana.
Según documentos judiciales y declaraciones del FBI, el esquema habría sido diseñado para canalizar fondos de los hijos del dictador Nicolás Maduro y otros altos funcionarios de su entorno a través del sistema bancario estadounidense.
La trama salió a la luz tras una pesquisa iniciada por la oficina del FBI en Miami en 2019, que detectó transferencias sospechosas provenientes de Venezuela hacía cuentas abiertas en bancos de Estados Unidos por Arick Komarczyk, un ciudadano estadounidense con vínculos directos con los familiares del mandatario.
Según los reportes de actividades sospechosas (SAR, por sus siglas en inglés), Komarczyk actuaba como facilitador financiero de los hijos de Maduro y de varios empresarios sancionados por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC).
Una operación encubierta realizada en 2022 permitió confirmar las sospechas. Agentes federales lograron documentar cómo Komarczyk y su socio, Irazmar Carbajal, acordaron movilizar 100.000 dólares que, según el FBI, correspondían a fondos sancionados del gobierno venezolano. El dinero se transfirió parcialmente: unos 25.000 dólares terminaron en cuentas en Estados Unidos. Al ser confrontado por los agentes, Komarczyk no mostró inquietud. “Es un negocio sexy”, dijo con ironía.
El 25 de septiembre pasado, ambos fueron formalmente acusados en Florida. Komarczyk enfrenta cargos por lavado de dinero y conspiración para operar transmisiones financieras sin licencia. Carbajal, en tanto, fue imputado por conspiración y detenido tras un operativo coordinado: viajó desde Uruguay a República Dominicana, desde donde fue deportado a Estados Unidos el 2 de octubre. Komarczyk, por su parte, permanece prófugo y se cree que reside actualmente en Venezuela.
El director del FBI, Kash Patel, describió las tramas de lavado vinculadas al chavismo como “salvavidas criminales para un régimen en decadencia”. En declaraciones exclusivas a Fox News Digital, fue contundente:
“Nicolás Maduro no es solo otro hombre fuerte, corrupto, es un dictador narcoterrorista con una recompensa de 50 millones de dólares por su cabeza. Bajo mi liderazgo, este FBI seguirá ahogando cada dólar, cada cuenta y cada facilitador. Estados Unidos nunca será refugio para el dinero manchado de sangre de Maduro.”
El jefe de la oficina del FBI en Miami, Brett Skiles, reforzó el mensaje político y judicial detrás de la operación:
“Los esfuerzos del régimen de Maduro por evadir sanciones a través de terceros no quedarán sin control. Estados Unidos y sus instituciones financieras nunca serán refugio seguro para la corrupción internacional, especialmente cuando amenaza nuestros intereses nacionales», agregó Skiles.
El Departamento de Justicia de EE. UU. mantiene desde 2020 una recompensa de 50 millones de dólares por información que conduzca al arresto o condena de Maduro, acusado de narcoterrorismo, conspiración y corrupción masiva. Washington no reconoce su legitimidad como presidente desde 2019 y mantiene sanciones activas contra su círculo más cercano.
La reciente operación del FBI no solo refuerza la presión sobre Caracas, sino que expone el funcionamiento interno de una economía paralela construida sobre redes de testaferros, bancos corresponsales y jurisdicciones opacas. En palabras de un exfuncionario de inteligencia consultado por las agencias de prensa internacionales, “Maduro no lava dinero: lava poder. Cada dólar que sale del país es una póliza de supervivencia para su régimen”.
Mientras el proceso judicial avanza en Florida, fuentes federales aseguran que podrían sumarse nuevas imputaciones en los próximos meses. El caso abre una nueva fase en la ofensiva estadounidense contra los circuitos financieros del chavismo —una batalla que se libra, más que en los despachos diplomáticos, en las cuentas bancarias del sistema financiero internacional.