FINANZAS.- La calma que muestran los mercados contrasta con un trasfondo cada vez más inestable. Mientras en Washington se discute el cierre del gobierno, el trader y analista Jeffrey Bierman advierte que los inversores no deberían confiarse: “El mercado del oro rara vez se equivoca. El de acciones, muy a menudo”.
El metal precioso, que cotiza en máximos históricos, se convirtió en la señal más clara de alerta. Su repunte parabólico refleja que la inflación sigue en niveles elevados y que los inversores buscan refugio en activos más seguros. Para Bierman, esa dinámica sugiere un dólar debilitado y un mercado accionario que “funciona con tiempo prestado”.
El jefe de análisis técnico de TheoTrade.com proyecta que el S&P 500 podría iniciar una corrección tan pronto como este mes, con un retroceso inicial de 5%. Sin embargo, advierte que una caída por debajo de los 6.350 puntos marcaría el fin de la tendencia alcista vigente desde abril y abriría la puerta a un retroceso mucho más profundo, con un soporte recién en los 5.700 puntos.
El bitcoin, por su parte, tampoco escapa al riesgo. Según Bierman, la criptomoneda enfrenta la posibilidad de un desplome del 30%, con un piso en torno a los 80.000 dólares y hasta potenciales descensos por debajo de los 50.000. “Si bitcoin cae bajo los 108.000, podríamos ver un derrumbe rápido. Y ese evento no se quedará contenido en el mundo cripto, también arrastrará a las acciones”, explicó.
Más allá de los niveles técnicos, el especialista subraya dos amenazas estructurales: el récord de deuda con margen y el peso desproporcionado de unas pocas megacaps tecnológicas en el S&P 500. “El apalancamiento hoy es más del doble que hace unos años. Si ocurre un desapalancamiento forzoso, las pérdidas pueden acelerarse de forma brutal”, sostuvo.
La receta de Bierman para los inversores pasa por la diversificación real: no estar 100% largo en acciones y mantener coberturas cruzadas con bonos, puts o posiciones cortas. Para quienes no quieran reducir exposición, recomienda rotar hacia sectores castigados como real estate o consumo básico, que podrían actuar como defensivos en un escenario de debilidad económica.
Su mayor temor es que la economía estadounidense se encamine a la estanflación —inflación persistente en un contexto de desaceleración—, un escenario históricamente adverso para los mercados. Y advierte sobre el peligro de la complacencia: “La emoción más difícil de controlar es el FOMO. Puedes engañar al mercado por un tiempo, pero no para siempre”.