ANKARA.- El pasado 24 de abril, Joe Biden, dio un paso histórico al ser el primer presidente de Estados en reconocer como genocidio a la masacre de 1,5 millones de armenios por parte del Imperio Otomano ocurridas hace 106 años.
Biden cumplió así una de sus promesas electorales, tras décadas en las que Estados Unidos evitó utilizar ese término para los hechos en los que los armenios fueron sistemáticamente perseguidos.
Pero como estaba previsto, su pronunciamiento enfureció a uno de sus aliados de la OTAN, Turquía, sucesora del Imperio Otomano, y complicó aún más las de por sí ya tensas relaciones entre Ankara y Washington.
El presidente de Turquía, Recep Tayyib Erdogan, afirmó este lunes que las palabras de Biden fueron “infundadas y que abrieron “una herida profunda” en los vínculos entre ambas naciones.
Erdogan le exigió a su par estadounidenses que revierta rápidamente su reconocimiento. “Espero que el presidente de Estados Unidos dé marcha atrás de este paso en falso lo antes posible (…) Ha hecho comentarios infundados, injustos y falsos sobre los tristes eventos que tuvieron lugar en nuestra geografía hace más de un siglo”, señaló en sus primeros comentarios desde la declaración del mandatario estadounidense.
Además, Erdogan pidió a los historiadores turcos y armenios que formaron una comisión conjunta para que se investiguen los hechos.
El poder Legislativo de Turquía también prepara una respuesta contra el reconocimiento del mandatario de EEUU. El líder del parlamento Mustafa Sentó dijo que los legisladores responderán a los comentarios de Biden este miércoles.
La oposición y el Gobierno de Erdogan muestra una unión que es poco usual frente a la acción emprendida por Estados Unidos.
Erdogan refutó las cifras de la tragedia al afirmar que 150.000 personas murieron y no los cerca de 1,5 millones que asegura Armenia. Sostuvo que el número fue “exagerado al agregar un cero al final”.
Ankara admite que muchos cristianos armenios que viven en el Impero Otomano murieron en enfrentamientos con las fuerzas otomanas durante la Primera Guerra Mundial, pero cuestiona las cifras y niega que los asesinatos hayan sido orquestas sistemáticamente o constituyan un genocidio.