Estados ricos quedan rezagados en campaña de vacunación

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COVID-19

WELLINGTON.- Algunos de los países más ricos que el año pasado fueron elogiados por controlar la propagación de la pandemia están muy atrás en la vacunación de su población, y algunos, espacialmente en Asia, sufren un repunte de los casos de COVID-19. 

En Japón, Corea del Sur y Nueva Zelanda, la tasa de vacunación no alcanza los dos dígitos. Esto supone un fuerte contraste con Estados Unidos, donde casi la mitad de la población ya recibió al menos una dosis, y con Gran Bretaña e Israel, donde la cifra es aún mucho mayor. 

Estas tres naciones del Pacífico no solo están entre las peores del mundo desarrollado en cuento a la inmunización, sino que están por detrás de muchos en vías de desarrollo como Brasil e India, según los datos de la publicación científica Our World in Data. 

Australia, que no ofrece un desglose completo de su campaña de vacunación, también tiene un desempeño relativamente malo, como muchos otros lugares que en un primer momento se les consideró exitosos en la lucha contra el virus, como Vietnam, Taiwán y Vietnam. 

Esto podría cambiar a medida que se aceleran las campañas y aumentan los suministros. Pero hasta entonces, los países que antes eran exitosos están expuestos al virus y se enfrentan a demoras más largar para reabrirse al mundo. 

Por ejemplo, el país nipón solo cuenta con el 1% de su población totalmente vacunada y sufre un importante repunte de los casos a 10 semanas del inicio de los ya postergados Juegos Olímpicos, donde no se permitirá la presencia de aficionados extranjeros. 

El gobierno japonés anunció la semana pasada un nuevo estado de emergencia hasta finales de mayo, el sábado reportó 7.000 nuevas infecciones en un día, su peor dato desde enero. 

En Corea del Sur, en su primer momento las autoridades insistieron en esperar y ver que sucedía con las vacunas, alegando que el brote allí no era tan grave como en América o Europa. 

Sin embargo, a medida que la tasa de contagios empeoró en los últimos meses, la presión social aumentó y el gobierno aceleró las negociaciones con las farmacéuticas.