CIUDAD DEL VATICANO.— El papa Leo inicialmente causó buena impresión entre los católicos conservadores tras su elección en mayo, al abrazar tradiciones rechazadas por su predecesor, el papa Francisco, y mantenerse alejado de temas sociales polémicos que dividen a la Iglesia, que cuenta con 1.400 millones de miembros.

Sin embargo, su luna de miel con los conservadores parece haber terminado luego de que apuntara inesperadamente a las políticas migratorias de línea dura del presidente estadounidense Donald Trump, cuestionando si estaban alineadas con las enseñanzas pro-vida de la Iglesia.

“Alguien que dice ‘estoy en contra del aborto’ pero está de acuerdo con el trato inhumano a los inmigrantes en Estados Unidos… no sé si eso es pro-vida”, dijo Leo, el primer papa estadounidense, a los periodistas el martes.

Algunos críticos, que habían elogiado la reserva inicial del papa, expresaron sorpresa por su crítica al actual referente de los conservadores globales.

El exobispo de Texas Joseph Strickland, feroz crítico de Francisco, quien fue relevado de sus funciones por el fallecido papa pero ha elogiado a Leo, criticó al nuevo papa en redes sociales por generar “mucha confusión… respecto a la santidad de la vida humana y la claridad moral de la enseñanza de la Iglesia”.

“Tanta fatiga con las entrevistas papales. Debería volver a su silencio anterior”, opinó el blog Rorate Caeli, que anteriormente había criticado a Francisco y alabado a Leo.

La administración Trump, que había sido muy crítica con Francisco pero rara vez comentaba sobre Leo, también rechazó la caracterización del trato inhumano a los inmigrantes, según la secretaria de prensa Karoline Leavitt.

León probablemente no se inhibirá por las críticas

Funcionarios del Vaticano y asociados papales señalaron que Leo se preocupa especialmente por el trato a los inmigrantes y es poco probable que las críticas lo disuadan.

Sin embargo, esto podría restarle fuerza a su misión, expresada durante su misa papal inaugural, de trabajar por la unidad en una Iglesia global que se ha vuelto más dividida y polarizada en las últimas décadas.

Aunque el naturalmente cauteloso Leo buscará evitar enfrentamientos repetidos con los conservadores que puedan endurecer la oposición a su agenda, no renunciará a su propio conjunto de valores.

“¿Va a irritar a los conservadores estadounidenses en algunos puntos? Sí”, dijo Elise Allen, autora de una biografía de Leo para Penguin Perú y la única periodista que ha entrevistado al papa desde su elección.
“No deberían sorprenderse de que haga eso”, agregó a Reuters.

El cardenal Michael Czerny, asesor principal tanto de Francisco como de Leo, dijo que el nuevo papa sigue una instrucción de San Pablo, líder del cristianismo en el siglo I: “Predica la palabra, sé urgente en temporada y fuera de temporada”.
“(Leo) alienta y desafía a cada Iglesia local y a cada cristiano, frente a problemas complejos y urgentes, a vivir el Evangelio”, afirmó el cardenal a Reuters.

Antes de su elección en mayo, Leo era un relativo desconocido en el escenario global. Pasó la mayor parte de su carrera como misionero en Perú, donde, según Allen, desarrolló un interés por cuidar a los inmigrantes y defender causas sociales.

“Él entiende la prioridad del aborto, pero no va a ser alguien que diga que eso es mucho más importante que la inmigración”, explicó Allen.

Francisco provocó la ira de los católicos conservadores durante su papado de 12 años. Rechazó gran parte del esplendor del papado, restringió repetidamente la Misa en latín tradicional y permitió que los sacerdotes bendijeran parejas del mismo sexo caso por caso.

Leo recibió elogios de los conservadores inmediatamente tras su elección al usar en su primera aparición pública una prenda papal roja tradicional llamada mozzetta, que Francisco nunca utilizó.

Desde entonces, Leo ha mantenido reuniones privadas con el cardenal estadounidense Raymond Burke y el cardenal guineano Robert Sarah, dos prominentes críticos de Francisco que perdieron cargos en el Vaticano bajo el papa fallecido. Burke comparó en su momento a la Iglesia bajo Francisco con “un barco sin timón”.

Leo también permitió que Burke celebrara una Misa en latín en la Basílica de San Pedro este mes, algo que Francisco se había negado a hacer.

El nuevo papa también recibió algunas críticas de los conservadores a principios de septiembre por otorgar una audiencia privada de alto perfil a un destacado sacerdote estadounidense que atiende a católicos LGBT.

David Gibson, académico estadounidense que sigue el papado, señaló que los católicos conservadores habían interpretado los intentos de Leo por fomentar la unidad como si respaldara toda su agenda.

“Leo nunca iba a hacer eso”, dijo Gibson, director del Centro de Religión y Cultura de la Universidad de Fordham, a Reuters. “Los dos papas son hombres diferentes, pero ambos son hombres de tradición y del centro”.