WASHINGTON.— Cuatro meses después de que Donald Trump sorprendiera al mundo y sacudiera los mercados al presentar un cartel con nuevas tarifas aduaneras desde el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, la revisión anunciada este jueves provocó una reacción más moderada entre los inversores.
Sin embargo, con un promedio del 15%, el mundo sigue enfrentando algunos de los aranceles más altos en EE. UU. desde la década de 1930, aproximadamente seis veces más altos que hace un año. La última ofensiva de Trump establece aranceles base mínimos del 10%, con tasas del 15% o más para países que registran superávits comerciales con EE. UU.
Hasta ahora, la economía global ha resistido mejor de lo que muchos economistas anticipaban tras el primer embate arancelario de Trump. La carrera por adelantar exportaciones antes del aumento de tarifas benefició a varias economías asiáticas y protegió a los consumidores estadounidenses de subas inmediatas en los precios.
“Para el resto del mundo, esto representa un fuerte shock de demanda”, señaló Raghuram Rajan —exgobernador del Banco Central de India y ex economista jefe del FMI— en Bloomberg TV. “Veremos a muchos bancos centrales considerando recortes de tasas ante una desaceleración global causada por estas tarifas”.
Tras meses de negociaciones marcadas por amenazas en redes sociales de Trump tanto a aliados como adversarios, las nuevas tasas resultaron en su mayoría iguales o inferiores a las del 2 de abril, que habían sido suspendidas luego del derrumbe bursátil y el salto en los rendimientos de los bonos. Aun así, hubo sorpresas, como un arancel punitivo del 39% para importaciones desde Suiza y una suba al 35% para algunos productos canadienses.
Este viernes, las acciones en Asia cayeron 0,7%, el índice Stoxx 600 europeo perdió más del 1% y los futuros del S&P 500 retrocedieron cerca de 1%. No obstante, estas bajas fueron significativamente menores a las registradas tras el anuncio de abril.
Aunque las nuevas tarifas brindan cierta previsibilidad a los fabricantes, persiste una fuerte incertidumbre. Se espera que Trump anuncie próximamente aranceles separados sobre productos clave como medicamentos, semiconductores, minerales críticos y otros insumos industriales estratégicos. Además, la justicia estadounidense aún evalúa la legalidad de los aranceles “recíprocos”.
En los últimos meses, también se ha evidenciado una mayor disposición de Trump a usar los aranceles como herramienta geopolítica. Mientras que las tarifas de “Día de la Liberación” seguían una fórmula general ligada al déficit comercial, las nuevas tasas parecen más arbitrarias. Trump amenazó a Brasil por cuestiones internas, a India por sus vínculos con Rusia y a Canadá por su intención de reconocer al Estado palestino.
Si las nuevas medidas entran en vigor dentro de siete días como está previsto, y si se mantienen los acuerdos sobre aranceles a los autos con la UE, Japón y Corea del Sur, Bloomberg Economics estima que la tarifa promedio en EE. UU. subirá al 15,2% desde el 13,3% actual —muy por encima del 2,3% registrado antes del inicio del mandato de Trump.
“Es una barrera arancelaria muy elevada”, advirtió Deborah Elms, jefa de política comercial de la Fundación Hinrich. “El costo será considerablemente más alto para las empresas y consumidores estadounidenses, quienes seguramente responderán consumiendo menos”.
Utilizando los modelos de la Reserva Federal empleados durante la primera guerra comercial, Bloomberg Economics calcula que el incremento de 12,8 puntos porcentuales en la tarifa promedio desde el regreso de Trump podría reducir el PBI de EE. UU. en un 1,8% y elevar los precios núcleo en un 1,1% en un plazo de dos a tres años.
Esto también representa un riesgo para los exportadores que dependen de la demanda estadounidense.
Según Bloomberg Economics, Canadá y México —que tiene 90 días adicionales para negociar— están “bien posicionados para capear la tormenta”, gracias a excepciones previstas en el acuerdo USMCA. La UE, Japón y Corea del Sur —todos con tarifas del 15%— también salieron mejor parados de lo esperado.
Suiza, en cambio, fue duramente golpeada con un arancel del 39% sobre sus productos. El franco suizo cayó levemente.
El anuncio del jueves no incluyó medidas para China. Trump decidirá en breve si extiende la tregua arancelaria luego de las conversaciones realizadas esta semana en Estocolmo. Un funcionario chino afirmó que ambas partes acordaron mantener los aranceles actuales como parte de una tregua, tras la decisión de Pekín de cortar el suministro de imanes de tierras raras a EE. UU. luego de las medidas del 2 de abril.
Trump sí introdujo una cláusula para imponer un arancel adicional del 40% a bienes considerados como “reexportados” desde terceros países —una medida aparentemente dirigida a China—, aunque no se aclaró cómo se definirá esta categoría.
“Esto aporta algo más de claridad, pero sigue habiendo mucha incertidumbre para los fabricantes”, dijo Jonathan Kearns, economista jefe de Challenger Ltd., con sede en Sídney. “Ya hemos visto muchos cambios en el régimen arancelario de EE. UU., y podría haber más. Las empresas dudarán en invertir o planificar mientras persista esta incertidumbre”.
Kearns, exfuncionario de un banco central, advirtió que espera una mayor traslación de los costos a los consumidores estadounidenses en los próximos meses.
La administración Trump espera que este nuevo régimen arancelario aumente la recaudación, reduzca el déficit comercial y fomente la relocalización de fábricas en EE. UU., sin provocar una suba de precios ni un colapso en la demanda.
“El comercio global ahora se organiza en torno a los principios de equidad y equilibrio —todo en apoyo a la seguridad económica y nacional de los países”, afirmó el Representante Comercial de EE. UU., Jamieson Greer. “Este nuevo sistema comercial reducirá el déficit comercial y traerá mejores resultados para los trabajadores estadounidenses, sus familias y sus comunidades”.
Desde el anuncio en el Jardín de las Rosas en abril, Trump ha sido criticado por prometer en exceso respecto a acuerdos comerciales. Tanto él como sus asesores prometieron concretar múltiples acuerdos, e incluso uno de ellos habló de “90 acuerdos en 90 días”. Por su parte, los economistas advierten que los hogares estadounidenses pagarán el precio —dependiendo de cómo se reparta la carga entre exportadores dispuestos a sacrificar márgenes y sus importadores en EE. UU.
Dilema para la Fed
“A diferencia de la Guerra Comercial 1.0, cuando los exportadores chinos y el yuan asumieron el mayor peso del ajuste, esta vez, dado que las tarifas son universales y parten de un mínimo del 10%, probablemente haya una mayor transferencia de costos al consumidor estadounidense”, dijo Selena Ling, economista del Oversea-Chinese Banking Corp. en Singapur. “Esto podría complicarle el panorama a la Reserva Federal”.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, desestimó esta semana la presión de la Casa Blanca y rechazó los argumentos para un recorte de tasas defendido por dos funcionarios disidentes, al sostener que el banco central debe mantenerse alerta ante los riesgos inflacionarios.
“Un escenario base razonable es que los efectos sobre la inflación sean de corta duración, producto de un cambio único en el nivel de precios, pero también es posible que los efectos inflacionarios sean más persistentes —y eso es un riesgo que debemos evaluar y gestionar”, dijo Powell el miércoles.
Queda por verse si estas nuevas tarifas impulsan una ola de barreras arancelarias a nivel mundial. Aunque la UE impuso aranceles a vehículos eléctricos chinos y otros países están evaluando restricciones similares a productos chinos baratos, la mayoría ha evitado seguir el camino proteccionista de Trump.
“Aunque no hemos regresado del todo a un sistema de ‘ley de la selva’, hemos dado varios pasos importantes en esa dirección”, advirtió Stephen Olson, exnegociador comercial estadounidense ahora en el Instituto ISEAS-Yusof Ishak.
“No asuman que esto terminó aquí”, añadió. “Trump ve esto como un reality show permanente. Es casi seguro que vendrán más ‘acuerdos’ o nuevas subas de tarifas”.

