BRASILIA.- El “Trump latinoamericano”, como algunos llaman a Jair Bolsonaro por su admiración por el mandatario de Estados Unidos, cumple el 10 de abril 100 días de gobierno. Prometió romper con la “vieja política” y destrabar la economía en el arranque de su gestión, pero el inicio de su mandato al frente de Brasil estuvo marcado por batallas de poder y errores que erosionaron su popularidad y pusieron en duda sus reformas.
El nivel de popularidad de Bolsonaro, que en enero era del 67%, bajo al 51% en marzo, el peor registrado por un presidente en su primer mandato en sus tres primeros meses de gestión. En abril, según una encuesta de Datafolha, el 30% de los brasileños consideraba su gestión “mala” o “pésima”. Eso supone la peor valoración de un presidente electo de Brasil tras los primeros 100 días de gestión.
Lo cierto es que las intrigas, las divisiones y las torpezas frenaron en seco la euforia de los mercados y de sectores que votaron por Bolsonaro, que puso fin a décadas de gobiernos de centro-izquierda.
“Hubo una percepción errónea de que Bolsonaro venía con una base de apoyo muy fuerte y creo que ahora empezamos a ver que tal vez no lo sea tanto. No sería una subestimación decir que el desempeño del presidente hasta la fecha ha sido decepcionante”, afirmó Thomaz Favaro, de la consultora de riesgos políticos Control Risks.
Bolsonaro se quedó con la presidencia de Brasil gracias a mensajes simples de que acabaría con la criminalidad, la violencia y la corrupción endémica.
“En las últimas semanas, realmente hemos visto el lado de Bolsonaro que la gente más temía”, dice William Jackson, economista de Capital Economics, con sede en Londres. “Su falta de experiencia de gobierno, ilustrada por el deterioro de sus relaciones con el Congreso, y sus luchas por mantener unida a su coalición, parece haber llevado a una parálisis en la formulación de políticas”.
Bolsonaro ha cometido una serie de errores que han socavado aún más la credibilidad del Ejecutivo y expuesto la inexperiencia de su gobierno.
La iniciativa impulsada por él mismo de conmemorar el golpe militar de 1964 provocó indignación y protestas. Y su afirmación, durante una visita al museo del Holocausto en Israel, este mes, de que los nazis “eran izquierdistas” fue ridiculizada.
La promesa de trasladar la embajada de Brasil en Israel a Jerusalén, por el momento aplazada, también puede provocar represalias comerciales de los Estados árabes, algunos de los cuales son importantes importadores de carne del gigante sudamericano.
De igual manera, una serie de escándalos, incluidas las denuncias de transacciones financieras ilegales que involucran a uno de sus hijos, han dañado su imagen de “paladín anticorrupción”.