CIUDAD DE MÉXICO.- Hubo una época en la que la violencia de la guerra de México contra el narcotráfico, entre 2006 y 2012, conmocionó a los estadounidenses, pero apenas les afectó. En esta ocasión, como en todo lo demás en el renovado conflicto del país con los diferentes cárteles, es peor.
El asesinato de tres mujeres estadounidenses y seis de sus hijos, algunos de ellos bebés, el lunes en estado de Sonora puso en evidencia la vieja creencia de que los cárteles narcos evitarían matar a extranjeros, mujeres o niños. Pero no fue ni la primera ni la única vez.
Los niños pasan ser víctimas con una frecuencia escalofriante mientras las reglas no escritas de la guerra contra el narco parecen desvanecerse.
En ese sentido, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, argumentó este miércoles que la masacre de nueve miembros de la comunidad mormona en el norte de México demuestra que él tiene razón en la necesidad de construir un muro en la frontera común.
“Cuando veo lo que está pasando del otro lado de la frontera, la gente está empezando a decir” “quizá él tiene razón sobre el muro, quizá tiene razón sobre la necesidad de tener una frontera muy fuerte”, dijo Trump durante un discurso en la Casa Blanca.
“El otro bando (los demócratas) quieren fronteras abiertas que traen criminalidad enorme y mucha gente me ha dicho eso en el último par de días, que han empezado a entender el tema de la frontera”, aseveró el mandatario.
Tras reconocer la matanza el martes, Trump ofreció a México su ayuda militar para iniciar una guerra contra los cárteles, pero su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, respondió apelando a la “soberanía” nacional, si bien agradeció el gesto del presidente estadounidense.
El gobierno mexicano afirmó este miércoles que un cartel del narcotráfico llamado La Línea masacró a los miembros de dos familias mormonas al confundir sus identidades, pero los familiares insistieron que sus seres queridos fueron objeto de un ataque deliberado.
Las autoridades mexicanas revelaron que en la escena del crimen fueron encontrados al menos 200 casquillos de balas de fabricación estadounidense, lo que revive la demanda de Mexico a Estados Unidos de para el tráfico de armas a este país.