WASHINGTON.— Donald Trump volvió a sorprender al mundo político y diplomático. Apenas una semana después de agradecer públicamente la dedicatoria del Premio Nobel de la Paz 2025 por parte de María Corina Machado, el presidente de Estados Unidos aseguró “no saber quién es” la líder opositora venezolana.
El comentario, hecho durante una reunión con Volodímir Zelenski en la Casa Blanca, reavivó tanto la polémica sobre su relación con el Nobel como las tensiones en torno a su figura internacional.
“Es una mujer muy amable, muy amable. No sé quién es, pero fue muy generosa”, dijo Trump ante la prensa, en referencia a Machado. Sus palabras contrastaron con las que pronunció días atrás, cuando había celebrado el gesto de la dirigente venezolana, agradeciéndole por dedicarle el galardón “al sufrido pueblo de Venezuela y al presidente Trump por su decidido apoyo a nuestra causa”.
El giro del mandatario estadounidense alimentó la confusión y fue interpretado como un intento de controlar el relato político en plena campaña electoral. En un contexto donde el Nobel de la Paz volvió a poner el foco en América Latina y la lucha democrática venezolana, Trump aprovechó para retomar un tema que considera pendiente: su frustración con el Comité Nobel.
Durante el mismo encuentro con Zelenski, el líder republicano reivindicó haber puesto fin a “ocho guerras” durante su anterior mandato, citando conflictos en Gaza, Kosovo, el Congo, Pakistán, Israel e incluso Irán. “Nunca recibí un Nobel”, se quejó, insistiendo en que sus méritos por la paz no fueron reconocidos.
Mientras tanto, María Corina Machado, fundadora de Vente Venezuela, fue premiada por su defensa de los derechos humanos y su rol en la promoción de una transición democrática en su país. La dedicatoria a Trump —explicó después— buscaba “unir apoyos internacionales para la libertad de Venezuela”, aunque generó incomodidad entre sectores progresistas que la consideraron un gesto innecesario hacia el expresidente.
El Nobel de la Paz 2025 se ha convertido así en un escenario de disputa simbólica: mientras Machado consolida su perfil como referente global del movimiento democrático venezolano, Trump intenta mantener su nombre asociado a la narrativa del “pacificador injustamente ignorado”.
En el tablero electoral estadounidense, el episodio refuerza una constante: aunque no tenga el premio, Trump sigue usando el Nobel como herramienta para alimentar su mito político.

