BUENOS AIRES.- El último adiós a Diego Armando Maradona terminó en un caos. Mientras miles de personas hacían fila para ingresar a la sala de la Casa Rosada donde el astro del fútbol era velado, estallaron varios incidentes de orden público tras una pésima organización del Gobierno que empañó el evento. Las imágenes del caos le dieron la vuelta al mundo.
Era esperable, pero evitable. Pasadas las 15 horas del jueves, la situación se desbordó en el centro de Buenos Aires por completo y la violencia se apoderó de las calles de la urbe porteña.
Los disturbios solo aportaron más tristeza a una jornada dolorosa para la sociedad argentina, ya que debido a los desmanes el féretro fue retirado de la Casa Rosada por precaución y las puertas se cerraron por completo. Crónica de un final anunciado.
En medio de la pandemia y sin comprobar, al menos científicamente que el coronavirus haya desaparecido de la Argentina, el mismo oficialismo que hasta hace poco cuestionaba a quienes tomaron las calles de distintas ciudades para reclamar por sus derechos organizó un evento multitudinario.
Desde el punto de vista de la salud pública ¿No era más coherente velar a Maradona en un estadio de fútbol a cielo abierto? ¿Tal como recomiendan las autoridades?
Esa lógica aplica el Ejecutivo de Fernández- Fernández la de un gobierno que aplicó la cuarentena más larga del mundo y al mismo tiempo organiza un evento masivo en el que se esperaba un millón de personas en un espacio cerrado.
Corridas, balas de goma y piedras, la despedida del ídolo popular terminó en eso. Con el presidente abandonando por seguridad la sede de Gobierno, con los ministros y la vicepresidenta refugiados en los despachos de la Casa Rosada y los barras bravas destrozando los monumentos internos de la residencia.
Como si los desmanes ya no fueran suficientes, sobre todo para la familia del diez, tres empleados de la funeraria Pinier se sacaron fotografías con el cuerpo de Maradona que estaba en el ataúd. Sin respetar el dolor familiar y el de los argentinos.
Los tres empleados fueron despedidos, según la prensa local, que confirmó que Matías Morla, abogado de Maradona, se encargaría de llevar las acciones legales “hasta las últimas consecuencias” por haber tomado esas fotografías.
La indignación desbordó a los argentinos, amantes y no amantes del fútbol, que se expresaron en redes sociales, contra el presidente Alberto Fernández, contra Cristina Kirchner y contra los inadaptados que se sacaron fotos con el cuerpo de Maradona.
El Ejecutivo se intentó despegar de la responsabilidad por los disturbios y señaló a la familia de Maradona por las decisiones que complicaron el funeral. Así como también al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por desplegar las fuerzas de seguridad, lo que el oficialismo tachó de “provocación”.
“El objetivo del gobierno nacional siempre fue que pudiéramos despedir a Diego de forma pacífica, sabiendo que todo el país y gran parte del mundo está conmocionado por su fallecimiento”, justificó el mensaje oficial, donde se remarca que con tal fin “la Casa Rosada abrió sus puertas a las 6 de la mañana y se inició una despedida emotiva y organizada”.
No cabe duda de que Diego Maradona es un ídolo nacional que trajo muchas alegrías para el país más allá de la grieta que divide a los argentinos. Pero a pesar de la huella que dejó el astro futbolístico, su muerte no logró escapar a las reglas de la política argentina.