BEIRUT.- Las protestas que sacuden el país desde el pasado 17 de octubre resurgieron esta semana tras la inactividad de fin de año y han sido reprimidas por las fuerzas de seguridad libanesas. El exprimer ministro, Saad al-Hariri, urgió la formación de un nuevo gobierno.
Con un nivel de violencia inédito desde el inicio de la protesta que muestra el deterioro de la situación en un Líbano agobiado por una crisis socioeconómica y política.
Los manifestantes lanzaron a través de las redes sociales nuevos llamados a movilizarse el domingo cerca del parlamento, a dos pasos de la plaza de los Mártires, epicentro de las protestas que comenzaron el 17 de octubre.
El sábado por la noche, estallaron enfrentamientos en esa parte elegante del centro de la ciudad, envuelta en una persistente humareda por los gases lacrimógenos y perturbada por la sirenas de las ambulancias. Las fuerzas del orden dispararon balas de goma y los manifestantes respondieron con piedras.
El sábado 18 de enero las calles y plazas de Beirut se convirtieron en un campo de batalla, luego de que los agentes antidisturbios intentaran dispersar por la fuerza, mediante el uso de cañones de agua y balas de goma, la manifestación pacífica convocada bajo el lema “sábado de la ira”. Los asistentes respondieron a la violencia policial lanzando piedras, bengalas y cócteles molotov.
Los activistas creen que la violencia policial indicaría que las fuerzas de seguridad han perdido la paciencia con los manifestantes, cada vez más frustrados y furiosos. La Policía también cargó con fuerza contra los periodistas que están cubriendo las protestas.
La violencia empezó frente a una de las principales puertas de entrada del parlamento, en el centro de Beirut, cuando los manifestantes atacaron a agentes de la policía antidisturbios, situados detrás de las barricadas.
A raíz de esto, la policía anuncia en Twitter la apertura de una investigación. “Todo agente que haya agredido a detenidos será interrogado”, según un tuit.
Las manifestaciones se exacerbaron en las últimas semanas por el empeoramiento de la situación socioeconómica y por la incapacidad de las autoridades para formar un gobierno, más de dos meses después de la dimisión del primer ministro, Rafic Hariri.
Líbano tiene una deuda de casi 90.000 millones de dólares, 81.000 millones de euros, más del 150% de su PIB, y el Banco Mundial advirtió en noviembre que las tasas de pobreza podrían alcanzar un 50% de la población, frente a un tercio actualmente.