BUENOS AIRES.- Alberto Fernández, presidente electo de Argentina y quien asumirá el timonel del país sudamericano el próximo 10 de diciembre, habría comunicado a la embajadora de Israel que analiza derogar el decreto que declara a Hezbollah como grupo terrorista, generando gran preocupación en la diplomacia judía e internacional.
Hezbollah es una organización política libanesa, que tiene un brazo armado, con una creciente influencia y popularidad en ese país. Entre sus objetivos figuran la “liberación de Israel”, además de gozar de una fuerte legitimidad por sus acciones militares.
En esa línea, el Gobierno del presidente Mauricio Macri decretó el pasado mes de julio la creación de un registro especial de organizaciones terroristas que han cometido atentados en suelo argentino.
Dicha iniciativa permitió introducir al brazo armado de Hezbollah en la la lista, que según la justicia argentina fue el autor de los atentados a la AMIA en 1994 que dejó 85 muertos y a la Embajada de Israel en 1992 que dejó 29 víctimas fatales.
No obstante, no es Argentina el único país que considera al Partido De Dios como organización terrorista. La Unión Europea, Estados Unidos, Israel, Canadá y Reino Unido también lo incluyeron en su listado.
Asimismo, Hezbollah hace presencia en América Latina de la mano del régimen chavista y protegidos por Tarek EI Aissami, actual ministro del Poder Popular para Industrias y Producción de Venezuela.
El grupo libanés siempre intentó darse a conocer como un bloque político con una rama militar. Sin embargo, esa división salta a la luz con más fuerza. Sus actos son ordenados por su jefe supremo, Hassan Nasrallah, quien también es el rostro público de la agrupación y quien se encarga de advertir a sus enemigos políticos tanto locales como internacionales desde 1992, cuando sucedió al antiguo líder Abbas Al-Musawi.
Hezbollah cuenta con una amplía red internacional de células las cuales recaudan fondos para el grupo, armas y aportan logística. Estas se extienden a nivel mundial, es por eso que retirarle el estatus de “grupo terrorista” podría simplemente facilitar sus operaciones.
Si bien, personas cercanas al futuro presidente de Argentina aseguraron a la prensa local que el “tema solo está en estudio y que no es hoy una prioridad del presidente electo”, izaron la misma bandera de no rotular a Hezbollah como una agrupación terrorista, a pesar de hay una causa judicial que acusa a esa agrupación directamente de ser los responsables de los dos atentados en Argentina.
Diplomáticamente, que el nuevo gobierno derogue el decreto impulsado desde la gestión de Macri, podría resentir las relaciones con la Casa Blanca, uno de los promotores de la categorizacíon de Hezbollah.
Tensar las relaciones con Washington podría derivar en problemas con las negociaciones por la reestructuración de la deuda con el Fondo Monetario Internacional, teniendo en cuenta el lugar que ocupa Estados Unidos en el directorio del organismo.
Asimismo, la misión diplomática de Argentina en Israel aseguró que “las más altas autoridades de Israel están preocupadas por la idea del nuevo gobierno argentino de derogar el decreto que incluye a Hezbollah como agrupación terrorista”, sin mencionar el antecedente de que la vicepresidenta electa Cristina Fernández de Kirchner fue la que durante su mandatato impulsó el polémico acuerdo con Irán por la causa AMIA.
Lo cierto que es Alberto Fernández no ignora que su posible postura le podría traer serios conflictos diplomáticos tanto con Israel como con Estados Unidos. Es por esto que sus asesores aseguran que “no es una de las prioridades que tiene el Frente de Todos” y que “Alberto no va a precipitarse”, afirman.