CANBERRA.- Australia volverá a participar después de más de diez años en las maniobras militares “Malabar”, junto a Estados Unidos, India y Japón en noviembre, en medio del incremento de las tensiones tanto diplomáticas y comerciales entre Canberra y Pekín.
Maniobras como Malabar son “fundamentales para mejoras las capacidades marítimas de Australia, crear interoperabilidad con nuestros socios cercanos y demostrar nuestra determinación colectiva de apoyar un Indo-Pacifico abierto próspero”, dijo la encargada australiana de Defensa, Linda Reynolds.
Las maniobras, que vieron sus inicios en 1992 como una actividad conjunta de India y Estados Unidos, agrupan este año a cuatro potencias del Indo-Pacífico, en donde aumenta la preocupación por la militarización china y las disputas territoriales entre los países de la región.
Reynolds expresó su “fuerte oposición a cualquier acción unilateral coercitiva o desestabilizadora que pueda alterar el status quo o incrementar las tensiones en el Mar de China Oriental”.
Asimismo, la funcionaria australiana indicó que se opone a cualquier intento por modificar el status quo del Mar de China Meridional y reafirmó la importancia de la libre navegación en la región estratégica en términos militares y comerciales, sin mencionar abiertamente a Pekín.
Australia participó por última vez en Malabar el 2007, que había sido calificada en ese entonces por Pekín como ejercicios de una “coalición anti-China”, tras las fuertes presiones al gobierno del laborista Kevin Rudd para mantener las relaciones con el gigante asiático, su mayor socio comercial.
Este año se han tensado aún más las relaciones entre Canberra y Pekín después de que el país oceánico impulsara una investigación independiente sobre el origen de la pandemia del COVID-19. Por su parte, China suspendió o aumentó los aranceles a varios productos importados desde Australia.
También cabe destacar que las recientes leyes contra el espionaje y la interferencia en asuntos domésticos de Australia también han contribuido a enfurecer a Pekín, que mantiene una relación ahora distante con Canberra por asuntos vinculados a los derechos humanos y la libertad de prensa.