BEIRUT.- Al menos 25 personas murieron en bombardeos aéreos llevados a cabo por aviones de combate rusos en la región de Idlib, con escuelas y centros médicos derribados durante una ofensiva militar siria.
El bastión opositor del noroeste de Siria, a pesar de ser parte de un acuerdo de zona de amortiguamiento, ha sido objeto de un bombardeo de régimen mortal en las últimas semanas, lo que desató los temores de sus aproximadamente tres millones de residentes.
Al menos 13 personas murieron, entre ellas mujeres y niños, luego de que aviones rusos Sukhoi lanzaron bombas en la aldea de Jabala, en la provincia de Idlib, al sur, dijeron residentes y rescatistas civiles a la agencia de noticias Reuters.
Los aviones rusos también estaban detrás de varias redadas que golpearon las ciudades de Khan Sheikhoun, Kafr Battikh y varias otras aldeas que dejaron al menos otros 12 civiles muertos, según otro rescatador local.
Los rescatistas dicen que la gran campaña aérea que Moscú ha echado desde que se lanzó en serio a fines de abril mató a más de 1.500 personas, siendo civiles más de la mitad.
Más de 300.000 personas han huido de las líneas del frente a la seguridad de las áreas cercanas a la frontera con Turquía, informaron la ONU y las agencias de ayuda.
La ofensiva, respaldada por Rusia, hasta el momento no ha logrado incursiones importantes en el territorio rebelde en el norte de Hama y en las provincias del sur de Idlib, donde los opositores apoyados por Turquía, junto con combatientes alineados con grupos vinculados a Al Qaeda, están poniendo una resistencia feroz en su último bastión restante en Siria.
Rusia y el ejército sirio niegan las acusaciones de bombardeos indiscriminados sobre áreas civiles o una campaña para paralizar la vida cotidiana en áreas controladas por la oposición, y dicen que están luchando contra combatientes inspirados en Al Qaeda.
Moscú culpa a los rebeldes por romper una tregua al golpear áreas controladas por el gobierno y dijo que Turquía no cumplió con sus obligaciones bajo un acuerdo negociado el año pasado que creó una zona de amortiguamiento en el área que lo obliga a expulsar a los combatientes.
Según Naciones Unidas, casi la mitad de los tres millones de habitantes que se estiman en el noroeste de Siria, incluida la provincia de Idlib y partes de las provincias vecinas, ya habían huido de la lucha desde otros lugares.
Los civiles en las zonas controladas por los rebeldes, donde muchos se oponen a regresar al gobierno de un solo partido del presidente sirio Bashar al-Assad, ven a Turquía, que ha ido acumulando una presencia militar en la zona, como protectora contra los ataques dirigidos por Rusia.