MANAMA.- Baréin anunció que «el trabajo continúa» en su embajada en Siria, un día después de que Emiratos Árabes Unidos reabriera su propia misión diplomática en el país.
La embajada de Baréin en Damasco se cerró tras el inicio de un levantamiento popular contra el presidente Bashar al-Assad en 2011, que se convirtió en una guerra brutal y multifacética que mató a cientos de miles de personas, desplazó a millones y destruyó infraestructura del país.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Baréin hizo el anuncio en una declaración en su sitio web el viernes, diciendo que estaba «ansioso por continuar las relaciones» con Siria y quiere «fortalecer el papel árabe y reactivarlo para preservar la independencia, la soberanía y la integridad territorial de Siria y evitar el riesgo de interferencia regional en sus asuntos».
La embajada de Siria en la capital del país del Golfo, Manama, también está operativa y los vuelos entre las dos naciones se reanudarán, según el comunicado del ministerio.
En octubre, el ministro de Relaciones Exteriores de Baréin, Khalid bin Ahmed al-Khalifa, fue visto saludando calurosamente a su homólogo sirio Walid al-Muallem en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. Khalifa más tarde se refirió a la reunión en una entrevista, diciendo que no fue planeada, y calificó a Siria como una «nación árabe y fraternal». «Lo que sucede allí nos preocupa más que a cualquier otro lugar del mundo. No es correcto que los actores regionales e internacionales estén involucrados en Siria mientras nosotros estamos ausentes», agregó Khalifa.
La decisión de Baréin se produjo apenas unas horas después de que Emiratos Árabes Unidos reabriera su embajada en el centro de Damasco el jueves. Ambos países del Golfo se encontraban entre las varias potencias regionales que inicialmente respaldaron a los combatientes de la oposición en Siria, aunque sus papeles eran menos prominentes que los de Arabia Saudita, Catar o Turquía.
La movida es el último indicador de que algunos países árabes se están preparando para dar la bienvenida a Siria nuevamente después de años de aislamiento diplomático, que han visto al país expulsado de la Liga Árabe de 22 miembros, y abofeteado con sanciones y condenas por el uso del ejército contra la oposición.
El comercio entre Jordania y Siria se ha reanudado en las últimas semanas después de la reapertura de un cruce fronterizo en octubre y el primer vuelo comercial de Siria a Túnez en siete años despegó el jueves. Además, a principios de diciembre, el presidente sudanés, Omar al-Bashir, se convirtió en el primer jefe de estado árabe en visitar Siria desde que comenzó la guerra.
El calentamiento de las relaciones se producen a medida que las potencias regionales e internacionales luchan por posicionarse en Siria, luego de un año de avances de las fuerzas gubernamentales, que ha visto la derrota de los últimos enclaves rebeldes importantes cerca de Damasco.
«Un papel árabe en Siria se ha vuelto aún más necesario para enfrentar el expansionismo regional de Irán y Turquía», dijo el jueves el ministro de Estado de Asuntos Exteriores de Emiratos Árabes Unidos, Anwar Gargash, en Twitter. Teherán ha sido un firme partidario del gobierno de al-Assad y ha ampliado su presencia militar en Siria a lo largo del conflicto. Junto con Rusia, que también apoya al oficialismo, y Turquía, que no lo hace, Irán ha jugado un papel central en las negociaciones de paz en Siria.
Mientras tanto, el presidente estadounidense Donald Trump afirmó que Arabia Saudita, la némesis regional de Irán, había acordado financiar las enormes necesidades de reconstrucción de Siria. «Arabia Saudita ha acordado gastar el dinero necesario para ayudar a reconstruir Siria, en lugar de que lo haga Estados Unidos», dijo Trump en Twitter.