BEIRUT.- Decenas de personas siguen desaparecidas tras las explosiones que causaron la muerte de al menos 137 personas y más de 5.000 heridos, la capital libanesa está de luto, con cientos de miles de personas sin techo ni recursos y en estado desde este jueves. Además de continuar la lucha contra la pandemia.
Los investigadores buscaban este miércoles entre los escombros del puerto de Beirut prueabas sobre el origen de la explosión, mientras varias autoridades portuarias quedaron bajo arresto domiciliario, como informó Último Cable en la tarde del miércoles 5 de agosto.
La potente detonación, equivalente a un terremoto de 3,5 grados, dejó calles repletas de vidrios y escombros, y amenaza con agravar la mayor crisis económica del país en décadas, además de luchar contra un fuerte brote de COVID-19.
Varios países, entre ellos, Francia, Brasil y Rusia, ya han enviado socorridas y material para hacer frente a la emergencia. Este jueves el presidente francés, Emmanuel Macron, llegó a Beirut para ayudar «en todo lo que más pueda».
“La situación es apocalíptica en Beirut nunca ha vivido esto en su historia”, afirmó el alcalde de la ciudad, Marwan Abboud, quien se quebró frente a las cámaras al ver el puerto devastado. Hasta 300.000 personas se han quedado sin vivienda, según él. Se decreto el estado de emergencia por dos semanas.
Gran parte del centro de la ciudad de más de un millón de habitantes quedó sembrada de escombros, vidrios que cayeron desde las fachadas de edición y numerosos vehículos dañados.
Las autoridades libanesas habían dicho que servicios de emergencia aún buscan a unas 100 personas desaparecidas entre los escombros, mientras que la ONU anunció la noche de este miércoles que al menos 120 miembros de su personal en el país resultaron heridos.
La tragedia se ceba con un país sumido desde hace meses en una crisis económica sin precedentes, con una inédita depreciación de su moneda, hiperinflación, despidos masivos y drásticas restricciones bancarias que han derivado en violentas protestas a lo largo del año.
La gran diáspora libanesa ha exigido al gobierno que se rinda cuentas de lo ocurrido, desde países de América Latina y Estados Unidos se apresuraron a enviar dinero a sus seres queridos que perdieron sus hogares o resultaron heridos en la explosión, mientras que otros recaudan fondos que permitan hacer frente a la tragedia.