Bolsonaro: “lo peor está por venir”, por derrame de petróleo

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BRASILIA.- El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en una entrevista con TV Record que el derrame de petróleo que ha contaminado más de 300 playas del nordeste del país es una catástrofe “criminal” y advirtió de que lo “peor está por venir”.

“Lo que llegó hasta ahora y fue recogido es una pequeña cantidad de lo que fue derramado. Lo peor está por venir, no sé si en la costa de Brasil, aunque todo indica que las corrientes fueron hacia la costa de Brasil”, aseguró Bolsonaro, sin precisar mayores detalles.

Desde el pasado 2 de septiembre, unas 4.000 toneladas de petróleo han llegado a 314 playas de los nueves estados de la región nordeste de Brasil, que atrae a miles de turistas todos los años por sus aguas transparentes, arena y gran biodiversidad.

La mancha de petróleo que afecta al nordeste de Brasil llegó hasta un parque marítimo en el estado de Bahía, considerado un santuario de ballenas, con la mayor biodiversidad de las costas del Hemisferio Sur, el cual fue sobrevolado por el ministro de Defensa este domingo.

El Ministerio de Medio Ambiente determinó la suspensión por tres días de las visitas al Parque Nacional Marino dos Abrolhos luego de la detección de petróleo, ocurrida este sábado.

La unidad de conservación marina comprende una serie de islas donde cada año recalan las ballenas Jubarte, tiene 1.300 especies de plantas y animales marinos además de albergar grandes bancos de corales, como los de fuego, un tipo que está en peligro de extinción.

La Policía Federal investiga un buque de bandera griega, llamado Bouboulina, propiedad de la empresa Delta Tankers LTD y cargado con petróleo venezolano, como el responsable del que ha sido calificado como el “mayor desastre ecológico de la historia de la costa de Brasil.

Según Bolsonaro, “todos los indicios” señalan a ese petrolero griego, aunque la compañía duela del barco lo niega rotundamente. La investigación indica que el derrocamiento de crudo, del que aún se desconoce si fue accidental o intencionado, ocurrió a unos 700 kilómetros de la costa brasileña “entre los días 28 y 29 de julio”.