BRASILIA.- Los estudiantes de la escuela estatal número 7 de Ceilandia, en la capital brasileña, fueron recibidos por dos docenas de policías uniformados al retomar las clases tras un receso escolar.
Los agentes les ordenaron formar filas en el patio escolar. Los alumnos recibieron camisetas blancas a la espera de que llegasen sus nuevos uniformes. De ahora en adelante, los chicos deben tener el pelo corto y las chicas atado hacia atrás. No podrán llevar pantalones cortos, gorras, esmalte en las uñas de colores brillantes, pendientes de ninguna índole, y quienes lleguen tarde no podrán ingresar a clase.
“Algunas veces nos sentimos intimidados”, señaló un estudiante de 17 años que está en contra de la decisión de contratar policías para inculcar disciplina casi militar en el centro. “Al salir al pasillo estamos obligados a inclinar la cabeza y saludar a los agentes de policía”.
Si bien, estas pruebas en este tipo de colegios públicos comenzaron en años anteriores, este enfoque cuasi militar es uno de los esfuerzos educativos más visibles del nuevo presidente, Jair Bolsonaro, quien considera las escuelas un problema debido a su bajo desempeño educativo.
Las escuelas que ahora están codirigidas por la policía siguen el modelo de las exclusivas instituciones militares, que suelen tener mejores resultados que la mayoría de los centros públicos, lo que han muchos padres estén deseosos por ver la misma rígida disciplina.
Con ese modelo, la enseñanza continúa en manos del Ministerio de Educación y la policía supervisa la disciplina y el cumplimiento de un nuevo código de conducta. La implementación del programa piloto en una escuela debe ser aprobada por la mayoría de los padres, maestros y persona a través de un referéndum.