CATALUÑA.— El líder independentista catalán Carles Puigdemont reapareció este jueves en Barcelona, tras casi siete años fuera de España para evadir la justicia, donde habló en un acto organizado cerca del Parlamento ante miles de simpatizantes, constataron periodistas de AFP.
Entre gritos del público de «¡presidente, presidente!», Puigdemont, sobre quien pesa una orden de captura, lanzó desde el escenario «¡Viva Cataluña libre!». Su regreso se produjo el día en el que el Parlamento catalán debe elegir al nuevo presidente regional, el socialista Salvador Illa.
«En condiciones de normalidad democrática, que un diputado como yo anuncie su intención de asistir a la sesión sería innecesario, sería irrelevante», declaró Puigdemont en un video publicado este miércoles en X.
El jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, impulsó una ley de amnistía para los independentistas catalanes a cambio del necesario apoyo de JxCAT para su reelección en noviembre pasado.
Pero el 1 de julio, el Tribunal Supremo determinó que la amnistía no aplicaba para Puigdemont en el delito de malversación, por lo que podría terminar en prisión.
En su video, el líder independentista dijo que su regreso busca «contestar» el «desafío» de ciertos jueces del Supremo, que con una «actitud de rebelión» no han aplicado la amnistía.
Las consecuencias del retorno de Puigdemont -a quien el partido de extrema derecha Vox califica de «prófugo golpista» y esperará «en la puerta del Parlamento catalán»- aún no están claras, pero por lo pronto probablemente se postergaría la investidura de Illa.
El secretario general de JxCAT, Jordi Turull, anunció que si Puigdemont es detenido, pedirá la suspensión de la sesión.
Lejos de estas consideraciones, Salvador Illa, ministro de Sanidad español durante la pandemia del covid y cercano a Pedro Sánchez, se ha centrado en los últimos días en defender el acuerdo que le permitirá convertirse en el primer presidente catalán que no procede de las filas de un partido nacionalista o independentista desde 2010.
Illa logró el respaldo de ERC y de una formación de izquierda radical que pertenece a la plataforma Sumar, socio de coalición de los socialistas en el gobierno nacional.
Pero para amarrar los síes de ERC, los socialistas tuvieron que prometer como recompensa algo largamente anhelado por los separatistas catalanes: el control total de los impuestos recaudados en la región, a semejanza de lo que ocurre en el País Vasco.
Un cambio que debe ser aprobado por el Parlamento de Madrid y que ya ha suscitado duras críticas de la oposición pero también de líderes regionales socialistas y figuras históricas del partido, como Alfonso Guerra, vicepresidente español de 1982 hasta 1991, quien advirtió que abre «un camino (…) hacia la independencia de Cataluña».
«Para unos es un golpe de Estado, otro más, yo no sé cuántos golpes de Estado llevamos, cuántas veces hemos destruido España», ironizó Sánchez.
«Y resulta que España y Cataluña están más fuertes, están más unidas» que en los años tumultuosos alrededor de la fallida independencia catalana, dijo el mandatario socialista la semana pasada.