FINANZAS.— La fuerte demanda por parte de inversores hambrientos de rendimiento está impulsando un auge en las emisiones de bonos del mundo en desarrollo, ya que los emisores se apresuran a asegurar financiamiento antes de que se produzcan nuevas turbulencias en los mercados globales.
Desde comienzos del año, los gobiernos y empresas de mercados emergentes han colocado bonos por u$s331.000 millones en monedas fuertes como el dólar y el euro, según datos compilados por Bloomberg. Se trata del ritmo más acelerado en cuatro años y ya supera el total del primer semestre de 2024.
Los inversores han alimentado un repunte generalizado en activos internacionales en medio de crecientes dudas sobre el dominio histórico de los mercados estadounidenses, lo que ha llevado a una depreciación del dólar. Bank of America Corp. y JPMorgan Chase & Co. pronostican que los activos emergentes deberían beneficiarse de un dólar más débil, mientras que Societe Generale sostiene que los activos locales de estos países están atravesando un momento “ideal”.
La prima adicional que exigen los inversores para mantener bonos en dólares de países emergentes frente a los bonos del Tesoro de EE. UU. ha disminuido y se encuentra cerca de su nivel más bajo desde 2020, según un índice de JP Morgan. Sin embargo, la demanda se mantiene firme debido a que los spreads también se han comprimido en los mercados estadounidenses.
“Si sos director financiero o tesorero, emitís cuando la ventana está abierta”, dijo Omotunde Lawal, responsable de deuda corporativa emergente en Barings Investment Services. “Si las preocupaciones fiscales en EE. UU. siguen presentes, los rendimientos subirán. Así que tal vez sea mejor emitir ahora que después”.
La falta de claridad sobre la fortaleza de la economía estadounidense también está llevando a muchos emisores a lanzar bonos con rapidez ante la posibilidad de una mayor volatilidad, según Stefan Weiler, jefe de mercados de deuda para Europa Central, Medio Oriente y África de JP Morgan en Londres.
“Desde la perspectiva de un emisor, el incentivo para esperar ya no existe”, afirmó. Si se produce una recesión en EE. UU.—a la que JPMorgan le asigna una probabilidad del 40%—los spreads probablemente se ampliarán, encareciendo el financiamiento para los países emergentes. “Hoy se trata más de aprovechar el acceso al mercado cuando está disponible”.
La fuerte emisión comenzó a inicios del año a medida que los países en desarrollo superaban una ola de defaults postpandemia en 2024 y economías como Vietnam y Chile anunciaban nuevas reformas.
Aunque hubo una pausa tras el anuncio de aranceles globales por parte del presidente Donald Trump a comienzos de abril —lo que disparó la volatilidad—, el mercado de bonos emergentes repuntó con fuerza una vez que disminuyó la amenaza de medidas punitivas. Esa calma podría ser pasajera, ya que la administración revisará su política arancelaria en julio.
“Los mercados emergentes han demostrado ser un refugio comparativo durante este período”, según Carmen Altenkirch, analista de Aviva Investors. “Los fundamentos han seguido mejorando y los soberanos están siendo recompensados por su prudencia”.
Un índice de Bloomberg que mide los rendimientos totales de la deuda emergente sube 3,5% en lo que va del año, superando a los bonos del Tesoro de EE. UU. Un dólar más débil favorece a los spreads de los emergentes, ya que brinda más margen de maniobra a los bancos centrales y abarata el costo de la deuda en moneda dura, escribieron analistas de Citigroup Inc. liderados por Luis Costa en una nota reciente.
Bonos de alta calificación dominan
Los emisores con grado de inversión representan más del 70% del total de bonos emitidos este año, según Bloomberg. México logró una emisión récord a comienzos del año, mientras que Arabia Saudita colocó US$12.000 millones en una operación de tres tramos, y la actividad desde China también se aceleró.
En Medio Oriente, donde la mayoría de los emisores son grado de inversión, la necesidad de financiamiento aumentó ante la caída de los precios del petróleo. La región ha mostrado una intensa actividad y podría representar más del 40% del total emitido en la región CEEMEA (Europa Central y del Este, Medio Oriente y África), según Weiler.
El regreso de empresas latinoamericanas —muchas de las cuales habían estado ausentes del mercado internacional— también ha impulsado los volúmenes, según Adrian Guzzoni, jefe de mercados de deuda para América Latina en Citigroup Inc. Espera que los volúmenes anuales superen los del año pasado.
Algunos emisores de alto rendimiento, como Brasil, Perú y Telecom Argentina S.A., también han salido recientemente al mercado. Kirguistán, por su parte, recaudó US$700 millones en su primera emisión internacional de bonos, que atrajo una demanda de más de US$2.100 millones por sus notas a cinco años con un rendimiento del 8%.
Pero no todos los emisores especulativos pueden aprovechar esta ventana, lo que pone de relieve la brecha que existe dentro del mundo emergente en tiempos de alta incertidumbre.
“Los mayores rendimientos del Tesoro, la incertidumbre comercial y la caída de los precios del petróleo mantienen a muchos países fronterizos con baja calificación lejos del acceso al mercado”, afirmó Samy Muaddi, jefe de renta fija emergente en T. Rowe Price Associates, Inc. desde Baltimore.
Los estrategas de Morgan Stanley esperan que países como Polonia, Rumania, Kuwait y Kazajistán emitan próximamente. También podrían sumarse países de Centroamérica como Costa Rica y Guatemala, según Claudia Calich, responsable de deuda emergente en M&G Investment Management.
“Si alguien quiere emitir, probablemente tenemos una ventana de entre cuatro y seis semanas”, dijo Calich. “De lo contrario, habrá que esperar hasta septiembre”.