PEKÍN.— China afirmó que su economía sigue encaminada a cumplir con el objetivo de expansión anual, incluso después de registrar su ritmo de crecimiento más débil en un año, gracias al impulso de un auge exportador que compensó la desaceleración general.
El Producto Bruto Interno (PBI) creció un 4,8% interanual en el tercer trimestre, una cifra que superó levemente las previsiones de los economistas. Según la Oficina Nacional de Estadísticas, el desempeño de los primeros nueve meses del año sentó una “base sólida” para alcanzar la meta oficial de crecimiento de alrededor del 5%.
El nuevo panorama económico llega en una semana clave para China, con el inicio del cuarto pleno del Comité Central del Partido Comunista, donde los líderes definirán los planes de desarrollo para los próximos cinco años.
Mientras tanto, las tensiones comerciales con Estados Unidos volvieron a escalar. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, se reunirá esta semana en Malasia con el viceprimer ministro He Lifeng para preparar el terreno de cara al encuentro entre los presidentes de ambos países, previsto para fines de octubre. El presidente estadounidense Donald Trump mencionó el domingo que los temas prioritarios para Washington son las tierras raras, el fentanilo y la soja.
A pesar de la desaceleración, el crecimiento acumulado del 5,2% en los tres primeros trimestres y el reciente apoyo fiscal adicional podrían reducir la necesidad de nuevos estímulos en el corto plazo. Según Ding Shuang, economista jefe de Standard Chartered para China y el norte de Asia, las autoridades podrían posponer un recorte de tasas de 10 puntos básicos que se esperaba para este año.
Sin embargo, los datos publicados el lunes mostraron señales de debilidad: las ventas minoristas crecieron al ritmo más lento desde noviembre, y la inversión en activos fijos registró su primera contracción acumulada desde 2020. Este freno fue compensado por un repunte inesperado en la producción industrial, que aumentó un 6,5% en septiembre, superando todas las estimaciones.
“El crecimiento se está desacelerando, pero con una gran divergencia entre sectores”, dijo Ning Zhang, economista senior de UBS Group AG, en Bloomberg TV.
Tras la publicación de los datos, las acciones chinas extendieron sus ganancias, con el índice CSI 300 subiendo hasta un 1,3%, impulsado también por un clima de menor tensión entre Pekín y Washington. En Hong Kong, el índice de acciones chinas avanzó un 2,5% al mediodía.
China mantiene su impulso gracias a exportaciones récord, impulsadas por la fuerte demanda global de manufacturas, lo que ha mantenido el crecimiento cerca de la meta oficial a pesar del nuevo enfrentamiento comercial con Estados Unidos. No obstante, persisten vulnerabilidades: la deflación y la competencia feroz están erosionando las ganancias corporativas, mientras el consumo sigue débil tras el colapso del mercado inmobiliario.
La caída en la inversión refleja ese pesimismo. El descenso se debió principalmente al sector inmobiliario, pero también se desaceleraron los desembolsos en infraestructura y manufactura. La inversión en infraestructura creció apenas 1,1% interanual en los primeros nueve meses —el peor dato desde 2020—, mientras que la inversión manufacturera se moderó del 10% a solo el 4%.
Para revertir esa tendencia, el Ministerio de Finanzas autorizó a las provincias a usar 500.000 millones de yuanes (unos 70.000 millones de dólares) en bonos no utilizados dentro del techo de deuda, con el fin de reforzar la salud fiscal, pagar deudas con empresas y financiar nuevos proyectos de inversión.
“Con este mayor apoyo fiscal, podría haber una recuperación de la inversión en infraestructura en el cuarto trimestre”, dijo Jacqueline Rong, economista jefe para China en BNP Paribas.
El PBI nominal —sin ajustar por precios— creció solo un 3,7% interanual en el tercer trimestre, el nivel más bajo desde fines de 2022, lo que confirma una deflación persistente que ya lleva diez trimestres consecutivos, la más prolongada en la historia reciente.
De cara al futuro, el gobierno prometió aplicar políticas macroeconómicas más activas y efectivas, enfocadas en estabilizar el empleo, las empresas y las expectativas, y avanzar hacia un crecimiento de “alta calidad y sostenido”.
Aunque el nuevo plan quinquenal (2026-2030) se aprobará formalmente en marzo, se esperan anuncios preliminares al cierre del plenario del jueves. Los mercados globales observan de cerca si el presidente Xi Jinping impulsará políticas concretas para reorientar la economía hacia el consumo interno, un giro que podría corregir desequilibrios comerciales y reducir la dependencia de las exportaciones.
Los principales funcionarios ya adelantaron una mayor prioridad en el consumo tras la reelección de Trump, con aumentos de gasto en educación y empleo. Sin embargo, hasta ahora las medidas fueron prudentes y el gobierno no ha fijado metas específicas para esa transición.

