CIUDAD DE MÉXICO.— En la práctica, el paso de amarillo a verde representa cambios mínimos en la vida diaria. El uso de tapabocas continúa siendo común entre los 9 millones de habitantes de la ciudad, pero el ritmo de vida hace mucho que regresó a su agitada normalidad.
Los eventos multitudinarios al aire libre, que habían operado al 75% de su capacidad, ahora no tienen límite de aforo, aunque aún se requiere el uso de mascarilla.
La medida se da apenas unas semanas antes de la capital mexicana sea sede de la carrera de Fórmula Uno.
Bares, clubes y salones de fiestas podrán operar durante una hora más y permanecer abiertos hasta la 1 de la mañana, aunque con los mismos filtros sanitarios requeridos al momento del ingreso, revisión de temperatura y gel desinfectante.
El declive sigue a pesar del regreso a clases presenciales en las escuelas de la capital la semana pasada, aunque muchos de los estudiantes no acuden al colegio tiempo completo.