WASHINGTON.- Empresas en Estados Unidos que comienzan a reabrir sus puertas le piden a clientes y empleados que firmen documentos renunciado a demandar si se enferman de COVID-19.
Las compañías temen ser objeto de procesos legales incluso si siguen las recomendaciones de seguridad de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades y las autoridades estatales de salud.
No obstante, grupos defensores de los trabajadores señalan que los empleados se ven obligados a renunciar a sus derechos en caso de enfermar.
Los eximentes de responsabilidad, similares a los que requiere la campaña del presidente Donald Trump para los asistentes a su mitin del sábado en Tulsa, Oklahoma, protegerán a las empresas en estados que no tienen límites a la responsabilidad legal o inmunidad en demandas relacionadas con el COVID-19.
Por ahora, al menos cinco estados, Utah, Carolina del Norte, Arkansas, Alabama y Oklahoma, tiene esos límites contemplados en legislación o decretos, y otros los están considerando. Grupos empresariales como la Cámara de Comercio de Estados Unidos presionan a favor de que se apruebe una ley de inmunidad nacional.
Más de 2 millones de personas se han visto contagiadas por el virus en Estados Unidos y más de 115.000 han muertos, de acuerdo a los datos aportados por la Universidad Johns Hopkins.
Por ejemplo, peluquerías, salones de tatuajes o locales de venta de ropa, aseguran que pese a todas las medidas de seguridad, los clientes deben firmar una dispensa indicando que no demandarán al local si contagian del nuevo coronavirus.
El formulario, que también pregunta a sus clientes si ellos o cualquier miembro de su familia tuvo o tiene síntomas del virus, da una protección legal al negocio.
Los detractores de la medida, alegan que esos formularios abren la puerta a que las corporaciones se salten los protocolos como poner protectores de plástico, proporcionar mascarillas y otros equipos de protección, y mantener a la gente adecuadamente distanciada, sin sufrir ninguna repercusión.
Los documentos, sostienen, son especialmente onerosos para los trabajadores, que pueden sentirse obligados a firmar para mantener su trabajo, a diferencia de los clientes, que al menos tienen la opción de rechazar entrar a ese local.