SEÚL.— Corea del Sur y Estados Unidos volvieron a lanzar advertencias para Corea del Norte que, si lleva a cabo un nuevo ensayo nuclear, habrá una respuesta “rápida”, con más sanciones e incluso la revisión de la “posición militar” estadounidense.
«Seguimos preocupados por la perspectiva de lo que sería una séptima prueba nuclear», pero la primera desde 2017, declaró el jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Antony Blinken, ante la prensa, reiterando que Pyongyang hizo «preparativos» en ese sentido.
Junto a él, su homólogo surcoreano Park Jin fue más allá, asegurando que el Norte «ha completado los preparativos». «Creo que solo falta una decisión política» para pasar a la acción, dijo.
Desde el mes pasado, Washington junto a Seúl estiman que Pyongyang se dispone a romper con su moratoria de cinco años sobre las pruebas nucleares.
La comunidad internacional lo consideraría la enésima «provocación» que viola las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. Un nuevo ensayo pondría en una situación delicada a Estados Unidos, que no ha dejado de tender la mano a los norcoreanos para que reanuden el diálogo para una «desnuclearización».
Esa estrategia del presidente Joe Biden hasta ahora no ha dado resultados, como reconoce su propio gobierno. Y es que en lo que va de año se han sucedido los lanzamientos de misiles balísticos norcoreanos, incluidos los intercontinentales.
«Vamos a seguir intentando contactar con Corea del Norte, estamos a favor de buscar un acercamiento diplomático», insistió Blinken, confirmando su oferta de diálogo «sin condiciones previas». Los jefes de la diplomacia de los dos países aliados también reiteraron sus ofertas de ayuda ante el repunte de COVID-19 que sufre el Norte.
«Desafortunadamente, al día de hoy, lo que vemos por parte de Corea del Norte ha sido una falta de respuesta o una respuesta en forma de aumento de las pruebas de misiles», lamentó el secretario de Estado estadounidense y le instó a «abstenerse de cualquier otra actividad desestabilizadora».
Blinken advirtió que los estadounidenses no se quedarían de brazos cruzados. «Estamos en contacto muy estrecho con nuestros aliados y socios cercanos, comenzando por la República de Corea, Japón y otros, para poder responder rápidamente», agregó.
Esta respuesta se materializaría en nuevas «sanciones internacionales» y un mayor «aislamiento», según el ministro surcoreano, si fuera posible a través de otra resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, una opción a la que Rusia y China se han opuesto hasta ahora con su derecho de veto.
Abordó con su homólogo estadounidense las «formas concretas de subsanar los fallos en la aplicación de las sanciones existentes», para evitar que se eludan.
Blinken aseguró que continuaría «manteniendo la presión», centrándose en particular en aquellos que ayudan a Pyongyang a eludir las medidas de castigo.
Pero más allá del aislamiento económico, «nos preparamos para todos los escenarios (…) y estamos preparados para ajustar nuestra posición militar en el corto y largo plazo, tanto como sea necesario», dijo.
Seúl y Washington también se han pronunciado a favor de la «disuasión ampliada», por la que Estados Unidos se compromete a disuadir militarmente al Norte de atacar al Sur.
Park Jin pidió a China, que sigue siendo el principal apoyo de Corea del Norte aunque se opone a su programa nuclear, que «desempeñe un papel muy positivo para convencer» al líder norcoreano Kim Jong Un de que «tome la decisión correcta».