BRAZZAVILLE.- El ginecólogo congoleño Denis Mukwege, nació en el este de la República Democrática del Congo, ha trabajado allí desde el inicio de la guerra operando a las mujeres víctimas de violencia sexual, llegando a convertirse en uno de los mayores especialistas en tortura genital. Con el bisturí ha salvado miles de vidas, y levantando la voz contra la impunidad ya que Mukwege se ha negado a “normalizar” la violencia de una de las guerras más crueles del mundo.
A dos meses y medio de unas cruciales elecciones en República Democrática del Congo, el jurado del Nobel ha recompensado a una de las voces más críticas hacia el régimen del presidente Joseph Kabila, más escuchado en el extranjero que en su propio país.
Tiene 63 años, está casado y es padre de cinco hijos. Estudió en Francia, donde pudo trabajar, pero no lo hizo. Optó por regresar al Congo y quedarse durante los momentos más oscuros combatiendo por la dignidad de las mujeres víctimas de los conflictos que devastan el este de la RDC desde hace más de 20 años, exponiéndose a todo tipo de peligros.
Después de cursar estudios de medicina en el vecino Burundi, regresó a su país para ejercer en el hospital de Lemera, en Kivu del Sur, fue entonces cuando descubrió el dolor de las mujeres que por falta de cuidados sufren graves lesiones genitales posparto que las condenan a una incontinencia permanente. Se especializó en ginecología y obstetricia en Francia.
Volvió a Lemera en 1989, al servicio de ginecología del hospital, un centro que quedó en ruinas cuando estalló la primera guerra del Congo en 1996. En 1999 el doctor Mukwege creó el hospital de Panzi. Lo concibió para permitir a las mujeres dar a luz en condiciones óptimas.
En poco tiempo el centro se convirtió en una clínica de tratamiento para mujeres víctimas de acceso carnal violento durante la segunda guerra del Congo (1998-2003), en esta guerra se cometieron numerosas violaciones masivas.
Esta «guerra contra el cuerpo de las mujeres», como Mukwege la llama, continúa por la presencia de milicias en zonas del norte y del sur de Kivu. El cirujano tiene manos prodigiosas. Lo llaman el «doctor milagro» porque gracias a él muchas mujeres han podido recuperarse.
En 2015 obtuvo el grado de profesor de la universidad libre de Bruselas, donde defendió su tesis sobre el tratamiento de las «fístulas traumáticas urogenitales». Su labor ha sido motivo de aplausos en Europa, Estados Unidos y Asia. Este defensor de la dignidad humana fundó en 2014 un movimiento feminista masculino, V-Men Congo.
Pero lejos de terminar con su labor humanitaria, Mukwege no solo operó, también denunció, denunció la absurda impunidad que ha hecho que una de cada cinco mujeres haya sido violada en ese país.