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En los últimos años, particularmente desde los 80, el desarrollo tecnológico e informático viene ganando la batalla a la capacidad de imaginar cómo será el futuro y lo que hace un tiempo corto parecía una utopía hoy se ha convertido en una realidad tangente.
La dinámica de los avances tecnológicos ha modificado nuestra vida cotidiana, mientras que antes la comunicación oral y personal estaba presente casi de manera cotidiana, hoy han sido suplantados por mensajes electrónicos, chats, emails y otros mensajeros virtuales.
Al mismo tiempo el dominio absoluto de las redes sociales ha transformado al individuo en casi un ente tecnológico más que humano, los individuos de hoy exponen libremente en la red sus vidas cotidianas, sus estados de ánimo, donde están, que cenaron, que opinan sobre diferentes realidades.
Por otro lado, todos estos avances tecnológicos van eliminando día a día el ámbito de lo privado, así es como diferentes gobiernos, agencias de inteligencia y otros referentes del poder global, pueden acceder de manera inmediata al círculo intimo de cada ser humano, solo que en esta oportunidad no se hace necesaria la intromisión clandestina o encubierta sino que paradójicamente los usuarios de la red entregan toda la información voluntariamente.
Lo cierto es que toda esta base de datos globales funciona como un gran Matrix, pero la sociedad aun dormida en el letargo del asombro tecnológico no puede siquiera dimensionar la perdida absoluta de su propia privacidad.
El manejo de datos entrecruzados facilita los desarrollos corporativos, los negocios, el crecimiento económico de las naciones, pero al mismo tiempo si es manejada por las manos equivocadas puede convertirse en un arma letal. La red está siendo utilizada actualmente por diferentes grupos terroristas con el objeto de reclutar miembros, en otros ámbitos depredadores sexuales hacen uso de las redes sociales en busca de su próxima víctima, al tiempo que los hackers pueden convertir un sueño informático en una pesadilla.
Todo el entramado informático en el que se ha sumergido la sociedad ha devenido en la necesidad de nuevos requerimientos de seguridad, particularmente para defender gobiernos y empresas, y así es que hoy en día las corporaciones gastan una parte importante de sus presupuestos en la llamada inteligencia electrónica.
A partir de la década pasada una nueva clase de asistencia corporativa se ofrece en el mercado a quien pueda costearla, espionaje industrial, medidas de contrainteligencia informática, seguridad en las redes, sistemas de análisis biométricos y tantas más.
Mientras que los gobiernos del primer mundo tienen la llave de acceso automático a cuanta información requieran, en los países subdesarrollados ha surgido un mercado negro en donde adquirir la tan preciada información. Aquí es donde aparecen las denominadas empresas contratistas de seguridad corporativa, generalmente conformada por ex agentes de inteligencia que ya no responden a una bandera sino a entes meramente económicos y globales.
El desarrollo informático avanzó en 30 años lo que no avanzó en un siglo, los jóvenes de hoy han nacido y se han desarrollado bajo estos parámetros, y se les hace difícil entender por momentos el significado de la privacidad.
Hoy en día somos observados desde todos los ángulos, celulares, redes sociales, drones, cámaras, registros de voz, entrecruzamiento de datos, estamos bajo constante monitoreo las 24 horas y por lo general no lo sabemos o elegimos no saber.
Sin lugar a dudas la tecnología ha mejorado nuestras vidas cotidianas, el acceso a la información instantánea es clave para las generaciones que vienen, el aporte a la medicina y la ciencia han marcado avances sorprendentes, y hasta el Vaticano se vale de internet para difundir sus mensajes, quizás el niño no vaya a misa pero seguro leerá su twitter cada día.
La aldea global depende cada vez mas de estos insumos informáticos, los seres humanos se van convirtiendo en seres tecno-dependientes , minando la capacidad de crear y sobre todo la de observar en su entorno, la pregunta es entonces, podrá la tecnología suplantar la capacidad de decisión de los individuos, será posible fusionar el alma con el celular, o en algún momento devendrá un punto de quiebre en el que las personas sientan que les han robado sus propios instintos, y se den cuenta que han entregado su mundo a la red de manera voluntaria, quizás en ese lapso de pensamiento busquen la manera de retroceder y volver a ser dueño de sus vidas y momentos, será tarde, paradójicamente el único lugar donde informarse sobre cómo recuperar lo perdido, será la red, pero cuidado, el Gran Hermano conocerá tus intenciones de volver a ser libre.
Gonzalo Espinosa es consultor en seguridad informática y sistemas biométricos, asesorando corporaciones y gobiernos alrededor del mundo