La destrucción de PDVSA y el abismo social en Venezuela

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    Pedro Mantellini



    Creada durante la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez, posterior a la nacionalización del petróleo, PDVSA supo ser durante décadas el motor principal, sino el único, de la economía venezolana.

    La empresa propiedad del estado posee las reservas más grandes de mundo en hidrocarburos, mayormente crudos extra pesados, totalizando casi 300.000 millones de barriles, cifra que puede llegar a incrementarse otro diez por ciento cuando se cuantifiquen los depósitos sobre la cuenca del Orinoco.

    PDVSA inició en 1983 un programa de internacionalización que comenzó con la compra en 50% de un complejo refinador y petroquímico situado en el área de Düsseldorf a la empresa alemana Veba, en febrero de 1986, adquirió el 50% de la norteamericana Citgo, mientras que en septiembre de ese mismo año completó la adquisición de la totalidad de la empresa. Otras adquisiciones se cerraron en los años que siguieron y en diciembre de 1988 finalmente adquiere el 50% accionario de una refinería en el área de Chicago, asegurando así una capacidad de refinación que duplicaba a la instalada en el país a la fecha.

    Con la llegada al poder de Hugo Rafael Chávez Frías, la administración de los recursos provenientes de la principal matriz económica de la Republica, pasaron a ser utilizados como caja política a los fines de financiar las autoproclamadas revoluciones del progresismo latinoamericano. Así es como durante más de una década diferentes cuadros políticos fueron sostenidos y financiados desde la petrolera, desatando casos masivos de corrupción tanto en Argentina, Brasil, Bolivia y Ecuador, el caso cubano merece un comentario aparte.

    Lo cierto es que la situación socio económica de Venezuela hoy se encuentra al borde del abismo, la producción de crudo se encuentra en estado terminal debido a la falta de inversiones, y el país que parecía apuntar a ser la potencia económica regional allá por el año 2000, hoy necesita de las fuerzas armadas, la represión y la absoluta censura a la prensa, para esconder el hambre y la miseria que azota a un pueblo que vive bajo condiciones similares a una post guerra.

    Con la muerte de Hugo Chávez la situación devino en una caída libre que se encuentra pronto a tocar fondo. Desde la asunción de Nicolás Maduro como presidente designado a dedo desde la tumba de Chávez,  la otrora poderosa petrolera estatal se ha convertido en un ente casi residual, incapaz de reorganizarse y mucho menos buscar la financiación necesaria para reestructurarse, la mentira oficial esta a la orden del dia, como lo demuestra el comunicado emitido por la empresa el 15 de Diciembre pasado anunciando el pago atrasado de los cupones del bono PSVSA 2035, la empresa anuncio un pago que jamas se produjo.

    Maduro necesita mantener el mensaje de que el mundo occidental y capitalista odia a Venezuela, y que todos los males que aquejan a la Republica son maniobras del Imperio y sus aliados. Lo cierto es que en estos días “capitales” rusos y chinos intentan quedarse con los recursos energéticos venezolanos, el estado terminal de la petrolera se presta al saqueo por parte de manos ajenas que esperan agazapados el golpe final.

    Por otro lado, las fuerzas armadas, lideradas por el Gral. Diosdado Cabello, quizás el verdadero hombre fuerte de Venezuela, solo atinan a controlar el malestar social mediante operaciones constantes ejecutadas por los servicios de inteligencia, y por sobre todo, a mantener el poder a cualquier precio, muchos oficiales son consientes de que les esperan procesos judiciales en el extranjero, principalmente en los Estados Unidos, en donde diferentes agencias federales tienen comprobados los vínculos estrechos con el narcotráfico, Cabello principalmente, está acusado de ser el jefe absoluto del denominado “Cartel de los Soles”, una organización criminal creada en los orígenes del chavismo producto de su alianza estratégica con las FARC, y dedicada exclusivamente a la producción de miles de toneladas de cocaína al año, mucha de esa droga con destino final en territorio norteamericano.

    Lo cierto es que mientras Venezuela se desangra ante la vista insulsa de la comunidad internacional, el futuro de PDVSA se muestra cada día más incierto. El pueblo espera una intervención de afuera que no llega y la oposición no consigue siquiera atomizar sus fuerzas.

    Así, la empresa que supo ser el orgullo de todo venezolano, se ha convertido en un comisariado político, en donde algunos amigos del poder todavía se reparten las migajas de un pastel que se acaba.

     

    El ingeniero Pedro Mantellini fue uno de los principales consejeros en la presidencia de PDVSA coordinando la planificación estratégica por más de una década, asesor de diferentes comités de energía globales, vive actualmente exiliado en los Estados Unidos.