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La guerra fría de las décadas pasadas estaban recargadas de operaciones de espionaje que involucraban el factor humano como herramienta indispensable de infiltración, así hemos conocido de amantes secretas cercanas a poderosos hombres de la política y las finanzas, cientos de historias de voluntades compradas y células dormidas en ambos lados de la cortina de hierro, dobles agentes, sabotajes y tantas otras historias que supieron nutrir novelas y películas.
Sin embargo, en la actualidad, el factor humano y personal paso a segundo plano, dando inicio a la denominada guerra cibernética, los otrora espías que se jugaban la vida en campos enemigos dispuestos a tomarse una pastilla de cianuro para no ser capturados vivos, han dejado el espacio a individuos que ahora operan sentados frente a un teclado en lugares inhóspitos y desconocidos del planeta llevando adelante ataques al corazón del sistema económico y político global de sus respectivos enemigos. La delantera en esta nueva forma de dirigir las operaciones de inteligencia la lleva la poderosa Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (NSA), desde la creación de Echelon, los norteamericanos se han adelantado de manera exponencial.
A pesar de haber sido desarrollada en principio con el fin de monitorear las comunicaciones de la Unión Soviética, en la actualidad ECHELON es utilizada también en este nuevo frente abierto de contrainteligencia electrónica.
El Parlamento de la Union Europea decidió el año 2000 crear una comisión para investigar esta red secreta. El motivo que dio nacimiento a este comité especial fue un informe titulado Capacidades de Intercepción 2000, en el que se informaba del uso de información recolectada por la red ECHELON para fines comerciales de los países UKUSA.
Acorde a los informes públicos del momento el equipo de trabajo asignado a esta investigación determino en el 2001 que: «considerando que no hay ninguna razón para seguir dudando de la existencia de un sistema de interceptación de las comunicaciones a nivel mundial» se constató la existencia de un sistema de interceptación mundial de las comunicaciones, resultado de una cooperación entre los Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda siendo «la finalidad del sistema es la interceptación, como mínimo, de comunicaciones privadas y comerciales, y no militares«, dando la razón a quienes acusaban al sistema de ser utilizado a nivel global con fines que no eran estrictamente militares.
En la última década China y la Federación Rusa han incrementado en más de diez veces sus presupuestos destinados a la guerra electrónica. El caso más reciente es la sospecha fundada sobre la intervención de la inteligencia rusa (FSB) en el intento de manipulación de las últimas elecciones norteamericanas que proclamaron a Donald Trump presidente, y que originaran diferentes investigaciones de varias agencias federales.
La creencia en el imaginario popular de que las redes sociales y servicios de mensajerías online están siendo monitoreadas en forma constante no se alejan mucho de la realidad, cada vez que algunos de nosotros manda un correo, una foto, un mensaje, o se interactúa en redes sociales, ciertamente entramos a un universo cibernético que está totalmente fuera de nuestro control, y naturalmente, si los rusos pueden hackear los correos de Hillary Clinton al tiempo que Echelon puede decir cuál fue la cena de la noche anterior de Vladimir Putin, porque deberíamos creer que algún software de cien dólares de venta online nos podría garantizar la seguridad de nuestras computadoras personales.
Lo que para nosotros, seres terrenales de carne y hueso parece el tope de la batalla en el campo de la inteligencia electrónica, es en realidad, apenas el comienzo de lo que vendrá.
Gonzalo Espinosa es consultor en seguridad informática y sistemas biométricos, asesorando corporaciones y gobiernos alrededor del mundo