WASHINGTON.- Autoridades y parlamentarios estadounidenses están elaborando propuestas para presionar a las empresas estadounidenses para que trasladen sus operaciones o sus proveedores importantes fuera de China, incluyendo extensiones fiscales, nuevas normas y subsidios minuciosamente estructurados.
Consultas a actuales y antiguos responsables de la actual Administración de Estados Unidos, ejecutivos de la industria y miembros del Congreso revelan las extensas deliberaciones están en marcha, incluyendo la idea de un “fondo de reajuste” dotado originalmente con 25.000 millones de dólares, para animar a las empresas norteamericanas a modificar su relación con China.
Donald Trump, presidente de Estados Unidos, prometió desde hace tiempo traer al país la fabricación desde el extranjero, pero la propagación del coronavirus y las preocupaciones relacionadas con la dependencia de las cadenas de suministro médico y alimentario de Estados Unidos con respecto a China están intensificando el entusiasmo por la idea en la Casa Blanca.
La semana pasada, Trump firmó na orden ejecutiva que le daba a una agencia de inversiones en el extranjero nuevas facultades para ayudar a los fabricantes en Estados Unidos. El objetivo, según Trump, es “producir todo lo que Estados Unidos necesita para nosotros y luego exportarlo al mundo, y eso incluye los medicamentos”.
Asimismo, este domingo el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, aseguró que China ha amenazado con interferir en el trabajo de los periodistas estadounidenses en Hong Kong, advirtiendo a Pekín que cualquier decisión que afecte a la autonomía hongkonesa podría influir en la evaluación de Estados Unidos sobre el estatus de la región administrativa especial de China.