MANAGUA.- El 18 de abril pasado una protesta estudiantil desató una revolución social nunca vista en décadas. Un grupo de estudiantes universitarios desafió al presidente Daniel Ortega, sin armas y con argumentos. Uno de ellos hasta lo exhortó a renunciar delante de millones de personas que seguían el debate por televisión durante la primera mesa de negociación que fracaso a un mes del inicio de la crisis.
Lesther Alemán, se dirigió a Ortega: “Esta no es una mesa de diálogo, es la mesa de su rendición… ¡Ríndase!”, le dijo a Ortega con voz sonora un estudiante de periodismo de tan sólo 20 años de edad y prácticamente un desconocido hasta ese día.
Durante una entrevista con la agencia de noticias, Deustche Welle, a más de dos meses de aquel episodio, el joven confesó que no tuvo miedo ni del presidente ni de los policías que lo custodiaban. Y que después lloró, abrazado a sus compañeros de curso, al ver a un inmutable Ortega retirarse del salón sin si quiera darle una respuesta.
Desde su refugio, que él llama «una prisión en libertad”, asegura que no deja de leer y estudiar historia, también señaló que extraña la comida que le preparaba su madre y que su máxima preocupación pasa por el hecho de que él o sus compañeros, clandestinos, pueden ser detenidos, acusados o desaparecidos.
Ortega, un ex guerrillero de 72 años y que cumple su cuarto período de gobierno (los últimos tres de forma consecutiva, desde 2007), no sólo no ha negociado su retiro sino que se mantiene en el poder y recientemente arremetió contra la Conferencia Episcopal, a quienes había elegido como mediadores en el diálogo, de ser parte de un «plan golpista” impulsado por los estudiantes y por políticos opositores.
