CANBERRA.- El primer ministro de Australia convocó a elecciones el 18 de mayo. Los focos de la campaña se centrarán en temas que incluyen el cambio climático, los solicitantes de asilo y la gestión económica.
Si bien la coalición conservadora de Scott Morrison está buscando un tercer mandato de tres años, es el tercer primer ministro en dirigir un gobierno dividido en ese período, habiendo estado en el cargo desde agosto pasado.
«Vivimos en el mejor país del mundo, pero para asegurar su futuro, el camino por delante depende de una economía fuerte. Y es por eso que hay mucho en juego en esta elección», declaró Morrison a los reporteros el jueves después de asesorar al gobernador general a autorizar la elección.
«Tendrán que elegir entre un gobierno que está reduciendo los impuestos, o el partido laborista de Bill Shorten, que impondrá impuestos más altos que pesarán sobre nuestra economía», agregó, desafiante.
La elección enfrenta a Shorten, un exlíder sindical que se ha presentado como el primer ministro alternativo durante los últimos seis años, contra Morrison, un líder que el público australiano todavía está conociendo.
Los sondeos de opinión sugieren que el líder opositor de centro-izquierda Shorten se convertirá en el octavo primer ministro desde que el país se hundió en un período extraordinario de inestabilidad política en 2007.
Analistas indican que a Morrison le pesará la inestabilidad política dentro de su propio partido. Es considerado como el arquitecto de la dura política de refugiados de Australia. Su política ha sido condenada por grupos de derechos humanos como una abrogación de las responsabilidades de Australia como signataria de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Refugiados.
La política de cambio climático es un campo de batalla político en un país que es el mayor exportador mundial de carbón y gas natural licuado y ha sido uno de los peores emisores de gases de efecto invernadero del mundo en términos per cápita debido a su gran dependencia en la generación de energía a base de carbón.
El desacuerdo sobre la política energética ha sido un factor en los últimos seis cambios de primer ministro.