Equipo de Trump última detalles para los aranceles recíprocos

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WASHINGTON.— Los asesores comerciales de Donald Trump estaban ultimando el miércoles los planes para los aranceles recíprocos que el expresidente de EEUU prometió imponer a cualquier país que aplique derechos de importación a los productos estadounidenses, aumentando los temores de una creciente guerra comercial global.

Trump sorprendió a los mercados el lunes con su decisión de imponer aranceles a todas las importaciones de acero y aluminio a partir del 12 de marzo. La medida fue condenada por México, Canadá y la Unión Europea, mientras que Japón y Australia anunciaron que buscarían exenciones.

La noticia llevó a las industrias que dependen de importaciones de acero y aluminio a apresurarse para mitigar el esperado aumento en los costos.

La semana pasada, Trump impuso un arancel adicional del 10% sobre productos chinos, efectivo desde el 4 de febrero, mientras que las represalias de China comenzaron esta semana. También pospuso por un mes, hasta el 4 de marzo, la aplicación de un arancel del 25% sobre bienes de México y Canadá para permitir negociaciones sobre seguridad fronteriza y la lucha contra el tráfico de fentanilo.

Algunos trabajadores estadounidenses recibieron con agrado los aranceles a los metales anunciados el lunes, pero muchas empresas manufactureras expresaron preocupación por el impacto en sus cadenas de suministro y advirtieron sobre posibles repercusiones en toda la economía.

Funcionarios de la Casa Blanca han evitado dar detalles sobre la estructura o el momento exacto de los próximos aranceles, aunque una fuente indicó que el anuncio podría realizarse más adelante en la semana.

El lunes, Trump afirmó que anunciaría aranceles recíprocos en los siguientes dos días contra todos los países que impongan derechos a productos estadounidenses y señaló que también estaba considerando aranceles específicos para automóviles, semiconductores y productos farmacéuticos.

Expertos en comercio advierten que estructurar los aranceles recíprocos que Trump desea representa un gran desafío para su equipo, lo que explicaría la demora en su implementación.

William Reinsch, investigador senior en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, señaló que los funcionarios podrían optar por una tarifa plana más fácil de aplicar, del 10% o 20%, o por un enfoque más complejo que requeriría programaciones arancelarias específicas para igualar las tasas de cada país.

Una fuente cercana al proceso indicó que los detalles aún estaban siendo ajustados hasta el martes por la noche.

Damon Pike, especialista en comercio y ejecutivo en la división estadounidense de la firma contable BDO International, advirtió que la implementación de los aranceles recíprocos sería una tarea monumental, dado que los 186 miembros de la Organización Mundial de Aduanas tienen diferentes tasas arancelarias.

«A nivel internacional, hay alrededor de 5.000 descripciones distintas en el nivel de subpartida de 6 dígitos, multiplicadas por 186 países. Es casi un proyecto de inteligencia artificial», explicó.

Los expertos señalan que Trump podría recurrir a varias normativas, incluida la Sección 122 de la Ley de Comercio de 1974, que solo permite una tarifa plana máxima del 15% por seis meses, o la Sección 338 de la Ley Arancelaria de 1930, que autoriza medidas contra la discriminación comercial que perjudique el comercio estadounidense, aunque nunca ha sido utilizada.

Trump también podría invocar la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional, utilizada para justificar los aranceles impuestos a China y los que están pendientes para Canadá y México.

«Sin la IEEPA, sería necesario algún tipo de acción previa de una agencia antes de imponer aranceles como medida de remedio comercial… pero todo parece ir a un ritmo acelerado», comentó Pike, quien agregó que, en circunstancias normales, los aranceles serían competencia del Congreso.

Reinsch advirtió que imponer aranceles recíprocos significaría ceder el control del calendario arancelario de EE. UU. a otros países, igualando las tasas que estos establezcan, lo que podría generar efectos contraproducentes.

«Por ejemplo, si Colombia tiene un arancel alto sobre el café para proteger su industria, nosotros aplicaríamos un arancel alto al café colombiano para igualarlo, a pesar de que en EE. UU. no producimos café. Los únicos perjudicados serían los consumidores estadounidenses», concluyó.