MANAGUA.- Ejecuciones extrajudiciales, grupos paramilitares y uso desmedido de la fuerza para sofocar las protestas en Nicaragua, son la carta de presentación del oficialista Frente Sandinista, que se ha encargado de sembrar el terror en el país centroamericano desde hace más de un mes.
Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional aseveró que el Gobierno de Daniel Ortega “se ha vuelto contra su propia gente en un ataque cruel, sostenido y letal”. El objetivo principal de los escuadrones de la muerte son los jóvenes, quienes lideran las protestas.
Las manifestaciones han dejado también un saldo de 868 heridos y 438 detenidos, según los datos recopilados por Amnistía Internacional desde el 18 de abril hasta el 28 de mayo.
Varios de los detenidos han denunciado múltiples torturas en los centros a donde son llevados, “nos decían que nos iban a matar, nos golpeaban hasta cansarse, nos mojona con agua fría cuando lográbamos dormir”, aseguró un estudiante.
En su informe “Disparar a Matar” Amnistía Internacional detalla cómo funcionan los “escuadrones de la muerte” y asegura que “la mayoría de las muertes son fruto de tiros certeros en la cabeza, la yugular o el pecho, disparos que van directamente a matar, ejecutados por gente profesional de esto”, reza el documento.
También en este informe se detalla como algunas personas muertas durante las protestas presentan disparos que fueron efectuados desde una “situación de altura y con una visión privilegiada”, por lo que las organizaciones de derechos humanos hablan directamente de francotiradores a servicio del Gobierno.
Las llamadas “turbas sandinistas” juegan un papel muy importante para Daniel Ortega en la estrategia para reprimir las protestas, ya que esta maquinaria permite a las autoridades atacar a los manifestantes, incitar a la violencia, sembrar el miedo y por supuesto negar cualquier responsabilidad ocultando las muertes e emitiendo que se investiguen.
La persecución contra la prensa que busca difundir la verdad de lo que esta sucediendo en Nicaragua tampoco cesa. Durante las primeras semanas de la crisis, las bloquearon la transmisión de cuatro canales de televisión que cubrían las protestas, una emisora de radio fue incendiada, más de una docena de periodistas han sido privados de sus equipos de trabajo y amenazados. Angel Gahona fue asesinado de un disparo en la cabeza mientras transmitía en vivo las manifestaciones.