CIUDAD DE MÉXICO.- La explosión de una toma clandestina en un ducto de Petróleos Mexicanos en el estado de Hidalgo dejó un saldo de 66 muertos y 71 personas quemadas.
La cifra de víctimas de la explosión fue confirmada por el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad. Ante la emergencia, se instaló el Comité Nacional de Emergencias, para atender oportunamente a la población afectada, afirmó Alfonso Durazo, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno de México.
Al conocer la noticia el presidente, Andrés Manuel López Obrador, dijo estar informado sobre el caso y llamó al Gobierno a prestar auxilio a las víctimas.
El siniestro tuvo lugar en las cercanías de una refinería de Pemex ubicada en la población de San Primitivo.
El accidente se produce apenas tres semanas después de que el mandatario mexicano lanzara una ofensiva contra las bandas de ladrones de combustible que perforaron tomas peligrosas e ilegales a las tuberías unas 12.581 veces en los primeros 10 meses de 2018, un promedio de 42 por día.
La fuga provocada por una perforación clandestina al ducto atrajo un gran número de personas que recolectaban combustible en todo tipo de recipientes plásticos y botes de basura.
Pemex atribuyó el fuego a la “manipulación de una toma clandestina”.
La policía estatal de Hidalgo indicó que la fuga fue reportada por primera vez alrededor de las 5 de la tarde del viernes. “Se reporta que ciudadanos se encuentran en el lugar intentando obtener hidrocarburo”, informó la policía. Una o dos horas después el oleoducto estalló.
Asimismo, las autoridades explican que las pandillas locales de robo de combustible han logrado ganarse la lealtad de vecindarios enteros, regalando gasolina a cambio de que los residentes funjan como vigías y confronten a patrullas militares que efectúan redadas contra el robo.
Se desconoce si la tragedia del viernes provocará un cambio en la opinión de los pobladores sobre estos delincuentes.