MUNDO.- Desacreditar a la prensa con las fake news se ha convertido en una poderosa herramienta para los líderes mundiales, pues de esta manera suprimen las críticas en su contra y mantienen el poder sobre sus bases políticas. El pueblo y el periodismo son con ello los grandes afectados.
Desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca en 2016, el término “fake news” se ha popularizado en todo el mundo. La icónica frase del mandatario le ha servido para desacreditar a sus detractores e incrementar la desconfianza de la ciudadanía en la prensa local, que, como es su deber, no descansa en investigar las acciones de su gobierno.
Ante la presión de las investigaciones Trump decidió elevar su discurso. Pasó de desestimar las noticias que afectaban su imagen a catalogar a los periodistas que lo cuestionan como “enemigos del pueblo”. Esto le ha servido a él para mantener su base política y electoral y para desviar la atención sobre las controversias de su administración. Sin embargo, no es el único que ha usado esta estrategia.
La retórica “Trumpista” ha animado a otros líderes a lo largo y ancho del planeta a hacer eco del término “fake news” y desacreditar al periodismo cuando este no les favorece. Desde Brasil hasta Filipinas, sin importar su sesgo político, Jair Bolsonaro, Nicolás Maduro, Rodrigo Duterte o Najib Razak han usado la estrategia de Trump para atacar a los medios.
Vale la pena mencionar que la práctica de desacreditar al periodismo no se concentró solo en los medios locales de cada país, sino que que dio un salto a las firmas internacionales como ocurrió recientemente en Colombia. Senadores y líderes del partido Centro Democrático del presidente Iván Duque, condenaron un artículo del periodista Nicholas Casey de The New York Times asegurando que “Casey pertenece a ese élite de izquierda que es más activista que periodista…” señaló la senadora de ese partido María Fernanda Cabal, quien además aseguró que “The New York Times es el rey de las fake news”.
Najib Razak, ex primer ministro de Malasia, se vio vinculado a un escándalo de corrupción luego de que millones de dólares del fondo de inversión desaparecieron. The Wall Street Journal publicó que “investigadores creían que el dinero entró a las cuentas del mandatario”. Razak dijo que las acusaciones “de un reconocido periódico extranjero”, eran “fake news”. Sin embargo, en septiembre del año pasado Razak fue arrestado por corrupción.
Trump despertó en el público desprecio hacia la prensa, algo que ningún otro político había conseguido con tanta eficacia. Con su gobierno “hay un daño significativo a la credibilidad de Estados Unidos como defensor de los derechos humanos y los principios democráticos, del cual la libertad de prensa es uno de sus pilares”, aseveró Jean Feaser a la cadena PBS.
“Resulta profundamente preocupante que el presidente estadounidense piense que las leyes que incluyen penas de cárcel para periodistas sobre la base “noticias falsas” o alguna variación de la noción de información falsa son una buena cosa cuando el objetivo es impedir el trabajo del periodismo de investigación o impedir que los que están en el poder rindan cuentas”, señaló Marguaz Ewen, director ejecutivo de Reporteros Sin Fronteras de América del Norte.