BEIRUT.- El movimiento chií libanés Hezbolá, cree que la solución al estancamiento político del país es «muy cercana», dijo un alto funcionario de la organización, mientras el primer ministro designado, Saad Hariri, exige el pronto fin del estancamiento.
«Creemos que la solución está muy cerca», dijo Mahmoud Qamati, subjefe del consejo político del grupo Hezbolá, y sugirió que podría suceder a tiempo para ser considerado «un regalo festivo». «Las intenciones de todos son positivas y para el beneficio del país», agregó Qamati.
Los legisladores no han podido ponerse de acuerdo sobre un nuevo gabinete desde una elección general en mayo. Permanecen en desacuerdo sobre cómo repartir las posiciones de gabinete entre los grupos rivales, de acuerdo con su sistema político confesional que asigna las posiciones de gobierno de acuerdo con la secta.
Mientras tanto, el país sigue enfrentando un malestar económico después de meses de estancamiento político. Muy endeudado y con una economía estancada, el Líbano necesita desesperadamente un nuevo gobierno que implemente reformas económicas para poner sus finanzas públicas en una base más sostenible y desbloquear la ayuda externa.
El martes temprano, el primer ministro designado del Líbano, Saad Hariri, advirtió que un gobierno de unidad nacional debía formarse lo antes posible. «Nos hemos quedado atrás. Debemos formar el gobierno», dijo Hariri a los periodistas en el palacio presidencial el martes, después de una larga reunión con el presidente Michel Aoun. «El presidente y yo estamos decididos a reunirnos de nuevo y terminar con este problema, porque el país no puede continuar sin un gobierno», agregó.
El último obstáculo para un acuerdo ha sido la representación sunita, con seis legisladores sunitas alineados con Hezbolá, que exigen un puesto en el gabinete para reflejar sus logros en la elección.
Hariri, cuya familia ha dominado durante mucho tiempo la política sunita libanesa, ha descartado renunciar a uno de sus asientos en el gabinete por ellos. En noviembre, acusó al grupo armado, su principal rival político de obstruir la formación de un nuevo gabinete. Un mes más tarde, prometió que el Líbano tendría un gobierno «para fin de año».
La semana pasada, los libaneses tomaron las calles para manifestarse en contra de los muchos problemas que están paralizando al país de avanzar. Grupos de la sociedad civil organizaron protestas en Trípoli y Nabatieh, así como en la capital, Beirut. Las protestas se centraron en la crisis económica, que ha llevado a la caída de los niveles de vida.
La comunidad internacional prometió hasta 11.500 millones de dólares en ayuda y préstamos para el Líbano en una conferencia en París en abril. Pero la financiación prometida se destina en gran parte a proyectos de infraestructura, que no se pueden poner en práctica sin un nuevo gabinete.