América Latina y el Caribe dispone casi de un tercio del agua dulce del planeta. Sin embargo, aprovechar esa ventaja hídrica ha sido imposible porque para ello, habría que resolver factores socioeconómicos, políticos y geográficos.
Más de 36 millones de personas en la región no tienen acceso al agua, mientras que se calcula que 200 millones de habitantes reciben un servicio discontinuo, lo que estaría violentando su derecho al agua. A pesar de ser la región con más oferta hídrica del mundo por habitante, se sigue perfilando un árido futuro.
Según Javier Bogantes, presidente del Tribunal Latinoamericano del Agua, la escasez no responde a una carencia real, si no que es una «escasez inducida” ya que la media anual de precipitaciones en la zona esa cerca a los 1.600 milímetros y en la cuenca del Amazonas asciende a 2.400.
Según Bogantes, la desigualdad, el diseño de políticas erróneas y la monopolización del acceso al agua en países como Nicaragua, Bolivia, Colombia, o Perú tiene en riesgo a regiones rurales y necesitadas. En países de Centro América como El Salvador, México, Guatemala, Honduras y Costa Rica la situación es más delicada ya que se discuten “leyes para privatizar aún más el acceso y el abastecimiento del servicio”.
Javier Bogantes aseguró que si bien el panorama ha ido mejorando en cuestiones universales, el presidente de dicho organismo considera que hasta que los Estados no adopten medidas para no dejar el consumo en manos de las embotelladoras industriales “no se va a dejar de perjudicar a las comunidades más vulnerables”.