TOKIO.— La creciente incertidumbre política en Japón amenaza con prolongar la parálisis en la toma de decisiones, lo que podría afectar la elaboración del presupuesto del próximo año y el momento en que el banco central decida su próxima subida de tasas de interés, según analistas, ensombreciendo las perspectivas de una economía frágil.
El primer ministro Shigeru Ishiba enfrenta crecientes llamados dentro de su gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) para que dimita y asuma la responsabilidad por la gran derrota del partido en las elecciones a la Cámara Alta en julio y en las legislativas del año pasado.
Aunque Ishiba ha negado que planee renunciar, la caída de su apoyo ha desatado inevitables preguntas sobre su futuro político, y los analistas señalan que un cambio de liderazgo probablemente tendría implicaciones en las perspectivas fiscales y monetarias.
En una reunión celebrada el viernes, los legisladores decidieron considerar la posibilidad de celebrar una inusual elección de liderazgo incluso con Ishiba aún al frente del partido. Según las reglas del PLD, dicha votación tendría lugar si la mayoría de los legisladores y líderes regionales del partido así lo aprueban.
Sin embargo, no está claro cuánto tiempo tardará el partido en decidir, dijeron a Reuters legisladores y funcionarios del gobierno familiarizados con el procedimiento.
Esa elección podría celebrarse en septiembre como pronto, lo que permitiría a la nueva administración preparar un paquete de gasto para amortiguar el golpe económico de los aranceles estadounidenses. Pero si no se realiza en septiembre, podría posponerse hasta principios del próximo año para evitar interrumpir la redacción del presupuesto para el próximo ejercicio fiscal.
«No nos sorprendería que el PLD convoque una elección de liderazgo en septiembre», dijeron analistas de UBS en una nota de investigación. «Parece que las incertidumbres políticas no se resolverán pronto».
En Japón, el Ministerio de Finanzas recibe las solicitudes de gasto de los ministerios en agosto y finaliza el borrador del presupuesto a finales de diciembre. El presupuesto debe ser aprobado por el parlamento para entrar en vigor en abril, al inicio del nuevo año fiscal.
No aprobarlo obligaría al gobierno a elaborar un presupuesto provisional, lo que podría dañar la economía por retrasos en el gasto.
Algunos legisladores oficialistas afirman que no hay más opción que la dimisión de Ishiba para desbloquear la situación.
Tras perder el control de ambas cámaras, la coalición gobernante liderada por el PLD necesita el apoyo de la oposición para aprobar leyes y presupuestos. Los partidos opositores han descartado entrar en coalición mientras Ishiba siga en el cargo.
«Japón necesita un gobierno de coalición estable. De lo contrario, es imposible aplicar políticas coherentes», dijo a Reuters la semana pasada el influyente dirigente del PLD, Ken Saito. «Lo mejor es que el PLD busque un socio de coalición con un nuevo líder».
Complicaciones para el Banco de Japón
La débil posición política de Ishiba y la prolongada incertidumbre política también complican la decisión del Banco de Japón (BOJ) sobre cuándo reanudar las subidas de tasas.
Aunque pocos analistas esperan un alza en la reunión de política monetaria de septiembre, algunos ven probable una acción en octubre, diciembre o enero del próximo año, cuando haya más datos sobre el impacto de los aranceles estadounidenses en la economía.
Conocido como un halcón fiscal, Ishiba ha respaldado los esfuerzos del banco central para retirar gradualmente la economía de una década de estímulos masivos, ya que la inflación se ha mantenido por encima del objetivo del 2% durante más de tres años.
Pero su dura derrota electoral ha vuelto a su administración más vulnerable a los llamados por un gasto mayor y una política monetaria laxa.
Muchos partidos de la oposición han instado al BOJ a retrasar o ralentizar las subidas de tasas y centrarse en apoyar la economía.
Si el PLD celebrara una elección de liderazgo, el evento podría poner en el centro de atención las posturas de candidatos como Sanae Takaichi, una legisladora de corte reflacionista que en el pasado calificó las alzas de tasas de “estúpidas”.
Todo esto podría desincentivar al BOJ de subir las tasas en los próximos meses para evitar atraer atención política no deseada.
«Todo lo que podemos decir es que seguiríamos aplicando políticas adecuadas para alcanzar de forma sostenible y estable nuestro objetivo de inflación del 2%», dijo este mes el gobernador Kazuo Ueda en una rueda de prensa, cuando se le preguntó cómo respondería el BOJ si los cambios políticos derivaban en nuevas demandas sobre su política monetaria.
«Es imposible predecir cómo se desarrollará la política; por eso, para el BOJ, lo mejor es adoptar una postura de esperar y ver», dijo una fuente conocedora del pensamiento del banco.