PEKÍN.— La economía china creció mucho más despacio de lo esperado en el segundo trimestre, debido a que la prolongada caída del sector inmobiliario y la inseguridad laboral han debilitado la frágil recuperación, manteniendo vivas las expectativas de que Pekín tendrá que aplicar aún más estímulos.
La segunda mayor economía del mundo creció un 4,7% en el periodo abril-junio, según los datos oficiales, el ritmo más lento desde el primer trimestre de 2023, por debajo del 5,1% previsto por los analistas en una encuesta de Reuters.
También se desaceleró respecto a la expansión del 5,3% del trimestre anterior. Especialmente preocupante fue el sector del consumo, donde el crecimiento de las ventas minoristas se redujo a su nivel más bajo en 18 meses, ya que las presiones deflacionistas obligaron a las empresas a recortar los precios de todo tipo de productos, desde automóviles hasta alimentos y ropa.
«En general, los decepcionantes datos del PIB muestran que el camino para alcanzar el objetivo de crecimiento del 5% sigue siendo difícil», dijo Lynn Song, economista jefe de ING para Gran China.
«El efecto riqueza negativo de la caída de los precios inmobiliarios y bursátiles, así como el bajo crecimiento de los salarios en medio del recorte de costes de varias industrias, está arrastrando el consumo y provocando un giro de las compras de grandes cantidades hacia el consumo básico temático de ‘comer, beber y jugar'», añadió.
La prolongada crisis inmobiliaria se agravó en junio, cuando los precios de la vivienda nueva cayeron al ritmo más rápido de los últimos nueve años, minando la confianza de los consumidores y limitando la capacidad de los gobiernos locales, sobrecargados de deudas, para generar nuevos fondos mediante la venta de terrenos.
Analistas prevén que la reducción de la deuda y el aumento de la confianza sean los principales objetivos de la reunión de líderes económicos que se celebra esta semana en Pekín, aunque la resolución de uno de estos problemas puede dificultar la solución del otro. El Gobierno aspira a un crecimiento económico en torno al 5,0% para 2024, un objetivo que muchos analistas consideran ambicioso y que puede requerir más estímulos.
La ralentización del crecimiento en el segundo trimestre, más acusada de lo previsto, llevó el lunes a Goldman Sachs a rebajar su previsión de crecimiento para China en 2024 del 5,0% al 4,9%.
«Para contrarrestar la debilidad de la demanda interna, creemos que es necesaria una mayor relajación de la política económica en lo que queda de año, especialmente en los frentes fiscal y de la vivienda», señalaron los economistas de Goldman Sachs, dirigidos por Lisheng Wang, en una nota.
Según los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas, el crecimiento trimestral fue del 0,7%, frente al 1,5% revisado a la baja de los tres meses anteriores.
Para contrarrestar la debilidad de la demanda interna y la crisis inmobiliaria, China ha impulsado la inversión en infraestructuras y ha destinado fondos a la fabricación de alta tecnología. El yuan y las acciones chinas cayeron tras los decepcionantes datos, pero los mercados bursátiles cerraron más tarde al alza al apostar los inversores por más estímulos.