WALL STREET.— Durante décadas, los operadores han repetido el mismo mantra: septiembre castiga a las acciones. Desde 1971, el S&P 500 ha promediado una caída de entre 0,7% y 1% en este mes, el peor de todo el calendario. Los rebalanceos de carteras de los fondos de pensiones, el menor flujo minorista y la pausa de recompras corporativas suelen pesar sobre los precios.
Este año, sin embargo, el guion podría invertirse. Los inversores ya descuentan casi por completo un recorte de tasas de la Reserva Federal el 17 de septiembre, tras datos de empleo que mostraron un enfriamiento del mercado laboral y un desempleo en su nivel más alto desde 2021. Jerome Powell prácticamente confirmó el movimiento en Jackson Hole, en agosto.
Estacionalidad vs. Estímulo
Bloomberg Intelligence calcula que, cuando la Fed está flexibilizando y la economía no está en recesión, septiembre ha subido históricamente cerca de 1,2% en lugar de perder terreno. La historia reciente lo respalda: el septiembre pasado, tras un recorte de 50 puntos básicos, el índice avanzó 2%.
Según UBS, septiembre es el único mes en que la probabilidad de caída supera a la de suba. Pero si se eliminan años de crisis como 2008 o de endurecimiento monetario como 2022, los retornos promedio son levemente positivos.
Vientos cruzados a seguir
- Arrastre macro: las nóminas se debilitan e inflación sigue por encima del 2% deseado por la Fed, limitando espacio para una baja agresiva.
- Ruido de política: nuevos aranceles estadounidenses enturbian las proyecciones de ganancias corporativas.
- Estructura de mercado: el peso de las mega-tech y las apuestas ligadas a IA domina el S&P; cualquier grieta ahí amplifica la volatilidad.
Los estrategas están divididos. Aaron Nordvik (UBS) advierte que la inflación mantiene a la Fed cauta. Paisley Nardini (Simplify Asset Management) llama al recorte “una curita” si la demanda del consumidor se erosiona. Alexander Altmann (Barclays) sostiene que los temores estacionales son exagerados una vez se excluyen los años atípicos.
La “maldición de septiembre” es real en los datos, pero el giro de la Fed podría amortiguar el golpe —o incluso llevar a retornos positivos— si la economía esquiva la recesión. Apostar al desastre solo por el calendario puede ser confiar demasiado en un viejo adagio.

