TOKIO — El nuevo socio minoritario del gobierno japonés probablemente dará a la primera ministra Sanae Takaichi el visto bueno para un ambicioso paquete de gasto, aunque se opondrá a revivir las políticas fiscales y monetarias expansivas del fallecido ex primer ministro Shinzo Abe, conocidas como Abenomics.
Takaichi hizo historia esta semana al convertirse en la primera mujer en liderar el Gobierno japonés, tras formar una nueva coalición entre su Partido Liberal Democrático (PLD) y el Partido de la Innovación de Japón (Ishin).
La alianza lleva por primera vez a Ishin al poder. El partido, que defiende recortes de impuestos y redistribución de la riqueza, centra su programa en la reducción de la burocracia y del gasto público ineficiente. Su inclinación por un “gobierno pequeño” contrasta con la de la oposición, que exige subsidios y exenciones fiscales, y podría servir de contrapeso al sesgo de Takaichi hacia políticas expansivas.
“Ishin defiende un gobierno pequeño y eficiente, mientras que Takaichi ha promovido políticas fiscales y monetarias expansivas”, explicó Takahide Kiuchi, economista del Nomura Research Institute. “La cooperación con Ishin podría moderar los impulsos de Takaichi y dar lugar a un enfoque económico más equilibrado”.
Aun así, se espera que la primera ministra impulse un paquete de gasto superior al plan de 13,9 billones de yenes elaborado el año pasado por su predecesor, Shigeru Ishiba, según fuentes gubernamentales citadas por Reuters.
El programa incluirá recortes en el impuesto a la gasolina, subsidios para contener las facturas energéticas y beneficios fiscales para los hogares, medidas acordadas entre ambos partidos.
Sin embargo, Ishin desistió de su propuesta inicial de suspender temporalmente el impuesto al consumo sobre alimentos, tras advertencias del PLD sobre el riesgo que ello supondría para las finanzas públicas a largo plazo.
“El gasto público es necesario, pero ninguno de nosotros cree que Japón pueda permitirse gastar de manera irresponsable”, dijo Fumitake Fujita, copresidente de Ishin, en una entrevista televisiva el 16 de octubre.
Takaichi es una defensora declarada de las Abenomics, la combinación de gasto público masivo y flexibilización monetaria impulsada por Abe para sacar a Japón de la deflación. Por ello, los mercados esperaban que lanzara una versión “2.0” de esas políticas para reactivar el crecimiento económico.
Pero, con la inflación en alza y un yen debilitado que encarece las importaciones, los analistas creen que el nuevo paquete de gasto no estará orientado a estimular la demanda, sino a aliviar los costos para los consumidores.
Entre los factores moderadores figura el veterano político Taro Aso, ex primer ministro y ministro de Finanzas, designado vicepresidente del PLD, que ha defendido mantener en orden las cuentas del país más endeudado del mundo desarrollado.
“Si Ishin logra influir en Takaichi desde la disciplina fiscal, eso sería positivo”, dijo a Reuters un funcionario del Ministerio de Finanzas bajo anonimato.
El mayor contraste con las Abenomics originales estará en la política monetaria. El Banco de Japón ya se encuentra en un camino gradual hacia la suba de tasas de interés, aún en niveles bajos. Aunque Takaichi había calificado de “estúpida” la idea de subir tasas, recientemente se limitó a expresar su deseo de que el banco central mantenga una inflación moderada respaldada por aumentos salariales.
Masazumi Wakatabe, ex vicegobernador del Banco de Japón y cercano a Takaichi, dijo a Reuters que, aunque el banco podría tener dificultades para subir tasas este año, lo hará si mejora la perspectiva de alcanzar de forma sostenible su meta de inflación.
Por su parte, Ishin propone normalizar el estímulo monetario “extraordinario” una vez que la economía se estabilice. Su copresidente, Hirofumi Yoshimura, afirmó en julio que el banco debería retirar su política ultralaxa de manera gradual y prudente.
Con el aumento del costo de vida convirtiéndose en un problema político sensible, ambos partidos evitarán oponerse a un ritmo moderado de alzas de tasas, especialmente si una mayor depreciación del yen amenaza con reavivar la inflación.
“Si Takaichi ejerce presión política sobre el Banco de Japón, el yen se depreciaría aún más y la inflación subiría”, advirtió Osamu Takashima, estratega jefe de divisas de Citi en Tokio. “Eso podría hacerle perder popularidad entre los japoneses. Sería un juego muy, muy arriesgado para ella.”
