PEKÍN.— Monitorear la calidad del sueño por internet, agarrar un objeto con un brazo robot o contar las calorías de una comida. En China, con una población cada vez más envejecida, la tecnología busca acompañar el día a día de los ancianos.
Cientos de jubilados participaron esta semana en una feria en Shanghái que les estaba enteramente dedicada. En las casetas se expusieron todo tipo de inventos diseñados para facilitarles el día a día.
En 2022, China tenía cerca de 215 millones de personas mayores de 65 años, de una población de 1.400 millones, según cifras oficiales.
La población aumentó de forma constante durante 60 años, pero registra un descenso desde 2020. La situación hace temer una fuerte reducción de la población activa y una mayor presión sobre el sistema sanitario, ya que el país cuenta con cada vez más ancianos.
Como las familias suelen tener un solo hijo, es difícil que dependa de ellos cuidar exclusivamente a los padres ancianos. Los expositores del salón son conscientes de ello y proponen utilizar la tecnología como remedio.
El uso de esta herramienta, sin embargo, representa una verdadera revolución en un país donde la tradición quiere que los miembros de la familia cuiden a sus mayores en casa.
Yu, de 64 años, observa atentamente cómo una empresa hace una demostración de una silla automática para subir escaleras y de un equipo para trasladar a una persona de una cama a una silla de ruedas.
«Hoy en día hay cada vez menos jóvenes y cada vez más mayores. Estos productos inteligentes pueden ofrecer mejores servicios a los ancianos», opina.
Él mismo dice que ya ha comprado sillas y camas inteligentes para los miembros mayores de su familia, incluido un pariente de 90 años al que cuida.
En otro puesto, la sociedad Innopro de Shenzhen, en el sur de China, promete a las familias una vigilancia constante y de alta tecnología de sus mayores, mediante relojes conectados, detectores de movimiento y dispositivos de medición de la temperatura.
Entre sus clientes figuran residencias de ancianos y administraciones locales. «Para las instituciones, la esperanza es ahorrar en costes laborales, porque hay que hacer controles [a cada residente] cada noche», explica a la AFP Jin Guohui, empleado de Innopro.
«Con este aparato, disminuimos su [carga de] trabajo», añade, mientras muestra una pequeña caja blanca con una tarjeta SIM que mide los hábitos de cada individuo.
Otra empresa, Eihoo Health Management, que gestiona comedores para ancianos, presenta un plato de comida que viene con un chip y permite identificar lo que se sirve.
Al momento de pagar, el aparato lee las informaciones del chip y ofrece un informe de nutrición completo con el número de calorías y el desglose de proteínas, hidratos de carbono y grasas, lo que facilita el seguimiento de su salud.
Los usuarios habituales pueden configurar tarjetas de pago que controlan su peso, sus hábitos nutricionales y sus datos de salud.
En la caseta de los estudiantes de la Universidad Jiao Tong de Shanghái se expone un brazo robótico que ayuda a las personas con movilidad reducida a realizar tareas diarias como alimentarse o girar pomos de puertas.
Hay «claras diferencias» entre los ancianos de la China actual y las generaciones anteriores, admite Shi Wenjun, de 73 años, que acudió a la feria.
«Todos somos padres con un solo hijo» y «nuestros hijos tienen cerca de 50 años, tienen su trabajo, su familia. Cuando seremos más viejos, elegiremos las estructuras de cuidado propuestas a los ancianos por el gobierno», asegura.
«Si los ancianos pueden usar las tecnologías inteligentes, no molestarán a los otros», añade.