ENERGÍA.— Kirkland & Ellis dedicó una década a construir un negocio de energía e infraestructura que supera los mil millones de dólares, convirtiéndose en el principal asesor legal de fusiones y adquisiciones (M&A) en el sector petrolero de EE. UU. Estaba perfectamente posicionado para beneficiarse de la agenda de “perforar, perforar, perforar” de Donald Trump.
Pero luego, la guerra comercial global iniciada por el expresidente hizo caer el precio del crudo y frenó las operaciones en el sector petrolero estadounidense, que han bajado más de un 40% este año, según datos recopilados por Bloomberg. Además, Kirkland se ha visto envuelto entre los bufetes afectados por los ataques del gobierno de EE. UU. contra los grandes estudios jurídicos.
Con el crudo Brent rondando los 65 dólares por barril, Kirkland está explorando otros segmentos de la industria energética y áreas adyacentes para cubrir el bache. Ya logró algunos grandes éxitos este año, como su participación en una de las mayores operaciones de 2025: la adquisición por casi 30.000 millones de dólares de Calpine Corp., operadora de centrales eléctricas, por parte de Constellation Energy Corp.
Diversificarse más allá de los combustibles fósiles se volvió más urgente para Kirkland luego de varias olas de consolidación en el sector que redujeron la cantidad de petroleras y operadoras de ductos cotizantes en bolsa a las que puede asesorar.
“Desde la perspectiva de empresas públicas, es un negocio que se está reduciendo”, dijo el socio Sean Wheeler. “Nos corresponde tratar de ampliar un poco nuestro alcance”.
La unidad de energía e infraestructura de Kirkland generó el año pasado unos 1.500 millones de dólares —alrededor del 15% de los ingresos del grupo—, según personas familiarizadas con el tema. La mayor parte provino de EE. UU. En 2014, cuando desembarcó en Houston, esa cifra era de apenas 30 millones.
Ahora, el estudio busca ganar terreno en M&A a nivel internacional. Para muchos en Kirkland, la historia de su incursión en el corazón petrolero estadounidense es un modelo para conquistar nuevos mercados.
De desconocido total a referente
En la primavera de 2014, había muchas razones para dudar del intento de Kirkland de entrar al negocio energético. Fundado en Chicago en 1909, tenía una presencia consolidada en Washington DC y Wall Street, pero era un completo desconocido en Texas, donde dominaban bufetes como Vinson & Elkins y Baker Botts.
Los pocos abogados que Kirkland envió a Houston para lanzar la práctica energética llevaban pasajes de regreso a Chicago por si las cosas no salían bien.
“La gente en la ciudad preguntaba: ‘¿Quién es Kirkland? ¿Qué hacen acá?’”, recuerda Kyle Watson, socio del estudio que fue parte del primer equipo y sigue allí.
Para revertir eso, Kirkland fichó a Andrew Calder desde Simpson Thacher & Bartlett en Houston y le encargó liderar la expansión. Escocés con acento marcado, Calder tenía conexiones sólidas con firmas como Blackstone Inc. y KKR & Co., y una trayectoria asesorando a grandes empresas energéticas.
Bajo su mando, Kirkland priorizó contratar talento local para demostrar que no eran solo “un grupo de tipos con acento raro que venían a hacer private equity”, según palabras del propio Calder. Entre las primeras contrataciones estuvieron Will Bos de Vinson & Elkins y David Castro de Baker Botts.
Al poco tiempo de abrir una oficina de 100 m² en Houston, Kirkland contrató al difunto cantante de country Jerry Jeff Walker —conocido por su canción “Mr. Bojangles” de 1968— para tocar en un evento durante la North American Prospect Expo. El concierto marcó la llegada del bufete a la escena local.
“Estaba nervioso”, dice Calder, de 46 años. “Nos preguntábamos si alguien iba a venir”. Pero fueron, y pronto Kirkland asesoraba a nuevos clientes de capital privado y a empresas como C&J Energy Services Inc.
Auge, crisis y adaptación
Lo que Kirkland no previó fue que el mercado de M&A en el sector se reduciría a la mitad en 2015, cuando el exceso de oferta hizo desplomarse los precios del crudo. Hubo una ola de quiebras y, de repente, el estudio fue muy demandado por su reputación en reestructuraciones. Weil Gotshal & Manges había dejado un vacío al reducir su presencia en Texas.
Empresas como Bonanza Creek Energy Inc., Energy Future Holdings Corp. y Midstates Petroleum Co. acudieron a Kirkland. Algunas siguen siendo clientas y lo mantuvieron como referencia cuando el negocio de M&A repuntó.
“El buen momento fue clave para ese éxito inicial”, dijo Justin Stolte, socio de Latham & Watkins, uno de sus principales competidores. “Pero desde entonces se forjaron su propia suerte”.
Las operaciones energéticas en EE. UU. comenzaron a subir lentamente hasta alcanzar un récord en 2018. Para entonces, Kirkland ya estaba entre los tres principales asesores en el sector y se expandía hacia infraestructura, impulsado por fondos de private equity interesados en energías limpias.
Kirkland seguía contratando abogados con la promesa de llegar rápido a socio: los asociados suelen entrar al partnership sin equity después de seis años, asumiendo roles de liderazgo que en otras firmas tardan más.
Sean Wheeler se unió en 2018 desde Latham y trajo operaciones multimillonarias de compañías como Marathon Oil y ONEOK.
“Kirkland es bastante emprendedor”, dijo David Foley, director general sénior de Blackstone y cliente de larga data. “Si ven que un negocio es bueno y está creciendo, y no están ahí, toman decisiones rápidas y ponen capital para contratar al mejor talento”.
Liderazgo, retos y evolución
Kirkland encabezó el ranking por valor de operaciones energéticas en EE. UU. por primera vez en 2022, según datos de Bloomberg. En 2023 bajó al octavo puesto, al quedar fuera de los acuerdos de Exxon Mobil-Pioneer y Chevron-Hess. Pero recuperó el primer lugar en 2024 tras asesorar a Marathon en su adquisición por 23.000 millones de dólares por parte de ConocoPhillips.
En la reciente NAPE de febrero, ya no había dudas de si alguien acudiría a sus eventos. Este año, regalaron corbatas con motivos petroleros, una tradición que solía tener Vinson & Elkins y que Kirkland decidió recuperar. La fila para obtenerlas superaba a la de un stand vecino que ofrecía puros gratis.
“Es una batalla constante aquí”, dijo Calder. “Y hasta ahora, estamos ganando”.
Tanto el área de energía como la de transacciones están bajo la órbita de Calder, quien forma parte del comité ejecutivo de 20 miembros de Kirkland y colidera el estudio con el presidente Jon Ballis. Las decisiones clave suelen tomarse en charlas informales, lo que permite moverse con rapidez.
En mayo, Kirkland fichó a un grupo de abogados de Skadden tras armar una oferta en solo 24 horas. “El tiempo es enemigo de todo acuerdo, y este es el tipo de negocio que nos gusta”, dijo Ballis.
La división energética y de infraestructura de Kirkland ya cuenta con unos 550 empleados en EE. UU. y otros países. Las empresas públicas representan alrededor del 30% de su flujo de operaciones energéticas, según personas con conocimiento del tema.
Paradójicamente, su éxito en Houston también le genera complicaciones: en una ciudad donde todos se conocen, a veces debe elegir entre representar a un cliente estratégico o uno de capital privado. Y según Wheeler, expandirse hacia infraestructura e industrias desde Texas no siempre es fácil.
“Tenemos un problema de percepción cuando buscamos entrar en otros sectores”, dijo. “Nos ven en Houston y piensan que solo sabemos perforar pozos”.
Aun así, este año Kirkland ha obtenido grandes mandatos fuera del petróleo tradicional, como asesorar a Brookfield Infrastructure Partners en la compra de Colonial Enterprises por 9.000 millones de dólares y a Blackstone Infrastructure en la adquisición de TXNM Energy Inc. por 11.500 millones.